Más allá de Elba

Competencia y Regulación

Por años la imagen de Elba Esther ha sido el símbolo perfecto de todos los rezagos educativos del país. Su frivolidad y cinismo ayudaron a convertirla en la villana perfecta. Ahora, tras su detención, los mexicanos tenemos una ventana de oportunidad para enfocarnos en el tema crucial: ¿cómo le hacemos para, en el menor tiempo posible, tener la educación que el país requiere para crecer?

Hablar de mejorar la educación es hablar de muchos frentes. El más evidente es el de la oferta educativa, donde se requieren buenos maestros, instalaciones adecuadas y programas educativos de vanguardia. Aquí el reto es enorme, pues además de no ser competitivos con otros países, hoy sabemos que solamente el 2.5% de quienes asisten a una escuela pública tienen un mejor desempeño que el estudiante promedio de una escuela privada (esto medido a través de la prueba Enlace). Así, la educación en México está lejos de ser el motor de movilidad social que debería ser.

Además de la oferta educativa está la demanda. Y aquí el problema es igual de grave. El economista James Heckman, Premio Nobel en 2000, concluyó que el contexto familiar y el nivel socioeconómico determinan más del 50% de los resultados en aprendizaje de los individuos.

El libro Cambiando Historias de Armando Chacón y Pablo Peña muestra cómo, si hoy tuviéramos en México las escuelas y los maestros de Finlandia, de todos modos a los mexicanos nos iría peor que a los finlandeses. La razón: no hemos creado las condiciones como sociedad para que los niños puedan y quieran seguir en la escuela.

Chacón y Peña muestran que el primer problema es que los niños de familias de bajos recursos no tienen ejemplos a seguir. En su entorno, sólo uno de cada 20 personas posee estudios universitarios. Asimismo en un entorno adverso es mucho más difícil detectar a los niños talentosos y vislumbrar a dónde podrían llegar si tan sólo se invirtiera en su educación. Y por último, los autores mencionan la falta de financiamiento como el tercer problema. En México aún son una minoría quienes, recurren a una deuda que pagarán después.

Además de estos obstáculos, existen tendencias mundiales ante las cuales México debe ponerse al día. Una de ellas es que está cada vez más demostrado que los primeros años de vida son cruciales para el desarrollo posterior de los niños. Patricia Kuhl, especialista en lenguaje, muestra en su plática en TED Talks cómo los niños son “genios del lenguaje” pero, después de los siete años, esta ventana se cierra drásticamente. Así, en México tenemos que poner mucha más atención en esta primer etapa de vida.

Lo anterior supone una dificultad adicional, ya que en estos primeros años es cuando los padres jóvenes típicamente ganan menos dinero e invierten menos en educación. Sin embargo, se requiere cambiar la forma de pensar y generar las condiciones para que, tanto el Estado como los padres de familia puedan atender esa realidad.

La otra tendencia es aquella donde las diferencias entre jugar y trabajar se vuelven cada vez más difusas. Es decir, en los niños, al igual que en los adultos, la variable “juego” ayuda al involucramiento y el aprendizaje. A este respecto existen hoy en México plataformas que están siendo muy exitosas. Una de ellas es BrainPop, que diseña contenido educativo en línea para facilitar la comprensión de los temas. Otro ejemplo es Inoma, una plataforma donde los programadores desarrollan juegos que los niños eligen jugar y que corresponden a materias y grados académicos. Los resultados de Inoma muestran que si un niño tiene un mal profesor en matemáticas, por ejemplo, la situación es remediable si tan solo el niño tiene la posibilidad de jugar con los programas de Inoma que tratan ese contenido.

Hay países en la actualidad, como China, India, Japón o Corea del Sur, donde un niño, desde que nace, tiene a sus dos papás y cuatro abuelos pensando en cómo invertirán en su educación. En México llevamos años distraídos con otros temas. El reciente “Elbazo” es una invitación a que todos atendamos lo fundamental.

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