Estos no han sido días buenos para el presidente. Las dificultades se acumulan, la economía no levanta y ahora hay marchas de protesta por doquier. El asunto no es el horror de las matanzas, aunque eso es lo que haya provocado el impasse, sino el hecho de que el gobierno fue tomado por sorpresa: como si no entendiera lo que está de por medio.
El mundo se le viene encima pero el gobierno ha actuado bajo una lógica táctica de corto plazo: ganarle puntos al PRD; en sus discursos, el presidente no se asume como responsable de la seguridad: más bien, se solidariza con las víctimas, pero no como autoridad a cargo sino como si fuera una ONG.
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