En una época de “ ‘volveres’ al futuro”, pareció encajar a la perfección en el ánimo nacional –al menos de la enorme afición futbolera del país— el resurgimiento del antiamericanismo como una forma de pensarse antisistémico (sin serlo en realidad). Por otra parte, los americanistas pueden estar tranquilos de que los estigmas pasados de que su empresa propietaria tiene todos los hilos controlados de ese deporte en México, han (en parte) desaparecido. Esto responde a una diversificación –no democratización—del poder detrás de ese redituable espectáculo, no sólo en términos monetarios, sino de influencia social en grandes sectores de la población. Algo similar ha ocurrido con nuestro sistema político. Hoy no podemos hablar más de un partido hegemónico avasallador de sus opositores. Para mal, más que para bien, los actores partidistas han repartido el “pastel del poder” entre un mayor número de participantes (no en la misma proporción, faltaba más), pero esto no lo hace necesariamente benéfico en pos de la construcción de un régimen democrático.
1-La “democracia” de la productividad. Este 27 de mayo, el presidente Peña tomó protesta al Comité Nacional de Productividad, el cual estaría enfocado a hacer extensivos a todos los actores económicos los beneficios de una mayor productividad. El mandatario indicó que las reformas en materia educativa y laboral serán pilares de este afán. Sin embargo, los críticos al marco construido, no sólo por dichas reformas, sino por otras modificaciones legales como, por ejemplo, la homologación de fórmulas de cálculo del ISR con las cuotas de seguridad social, señalan que éste ha dejado más desguarecidos a los trabajadores frente a los patrones. Del mismo modo, hay quienes establecen que la ampliación del crédito prescrita en la propuesta de reforma financiera, podría ser una trampa mortal, en vez de una ventaja para las personas de menores ingresos. Así las cosas, ¿serán los trabajadores los beneficiarios reales de esta “democracia de la productividad”…o más bien serán los patrones?
2-Legisladores con causa o políticos encaprichados. La designación de Jorge Luis Preciado como coordinador de la fracción senatorial del PAN, continúa generando desencuentros al interior de dicho partido. Este lunes, su depuesto antecesor, Ernesto Cordero, presentó, junto con otros senadores panistas y perredistas, la que llamaron “ruta crítica” rumbo a una reforma política, la cual estaría diseñada fuera de los trabajos del Consejo Rector del Pacto por México. Asimismo, Cordero no cejó en reconocer que el senador Preciado no había sido notificado de su decisión de lanzar esta propuesta. Sin duda, todo legislador tiene plena facultad constitucional para emprender iniciativas de forma independiente. No obstante, según la Ley Orgánica del Congreso, el coordinador es quien expresa la voluntad de su respectivo grupo parlamentario. ¿Cómo pretenderá el PAN lidiar con esta disyuntiva? ¿De qué manera afectaría la eventual rebeldía de la mayoría de los senadores panistas contra su líder formal?
3-Los “aparecidos” de los desaparecidos. Este lunes, el procurador Murillo Karam anunció la creación de la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, en un esfuerzo por eliminar el laberinto burocrático que viven los familiares afectados al buscar soluciones ante la autoridad. Unos días antes, el secretario Osorio Chong, afirmó que de los alrededor de 26 mil casos de personas denunciadas como desaparecidas reconocidos por la administración Calderón, un altísimo número ya no deberían tener ese estatus. La razón de esto, según el funcionario, es que muchas personas sólo emigraron de sus hogares o simplemente ya fueron encontradas, pero no “se dieron de baja” como desaparecidos. Osorio dijo estar trabajando con gobiernos estatales y locales para “depurar” esa cifra. ¿Revelará el gobierno puntualmente qué sucedió con cada uno de esos 26 mil casos? ¿Cuántos de esos “emigrantes voluntarios” son en realidad desplazados por la violencia? ¿Cuántos desaparecidos aparecerán ejecutados?
4-Los yerros compartidos de la “democracia” en México. El pasado 25 de mayo, Andrés Manuel López Obrador sentenció que la llegada de la izquierda a Los Pinos por la vía electoral es demasiado complicada porque “los dados están cargados”. Esta afirmación se complementó un día después desde el otro lado del espectro político, cuando el líder panista, Gustavo Madero, al presentar otro paquete de denuncias contra el PRI por presuntos delitos electorales, declaró que el tricolor quiere seguir ganando “a la mala”. Lo cierto es que ambos extremos de la oposición institucional al PRI ya han estado en posiciones de gobierno y, en no pocas ocasiones, también han manipulado a su favor las variables políticas a su alcance. Esto no desconoce la lucha histórica de múltiples personajes a favor de la democratización del país. No obstante, ¿será que la “oposición” ha perdido legitimidad en ese esfuerzo por eliminar todas aquellas prácticas nocivas para un sistema electoral en verdad democrático?
5-¿El fin de la “luna de miel” del gobierno federal con la prensa internacional? En una nota del 24 de mayo en The New York Times, su corresponsal en México, Randal C. Archibold, describió cómo el secretario de Gobernación, Osorio Chong, se mostró incómodo ante el cuestionamiento de reporteros extranjeros sobre si el gobierno estaba más enfocado en controlar sus mensajes, y no en manifestar la verdad acerca de las estadísticas de incidencia delictiva. Ya no son pocos los medios internacionales que expresan su extrañeza porque el gobierno no está dispuesto a oficializar sus números respecto a la violencia en México, aduciendo siempre que lo único que tiene son reportes preliminares o cifras generales no necesariamente vinculadas con la actividad del crimen organizado. ¿Será que el control mediático no sólo está diluyéndose en medios nacionales, sino que la credibilidad del gobierno en temas de seguridad también merma rápidamente en el exterior?
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