Agenda de análisis. 9 de junio de 2014.

Morena

Nunca una semana había causado tanta expectativa (o paranoia) desde que, supuestamente, iba a acontecer el fin del mundo con el decimotercer baktún del calendario maya en diciembre de 2012. Así como en aquel entonces, la segunda semana de junio de 2014 ha generado debates e interpretaciones entre considerarla como el inicio de un terrible apocalipsis, o el comienzo de un nuevo ciclo lleno de prosperidad y bienestar. Tanto el arranque del campeonato mundial de futbol soccer en Brasil, y de la incierta participación del equipo mexicano en el mismo, como la puesta en marcha de las discusiones de las leyes reglamentarias de la reforma energética, estarán en la atención (en distintas magnitudes y, de seguro, para diferentes audiencias) de la opinión pública nacional. Es altamente probable que, durante los siguientes días se presencien, a lo largo del país, intensas y, hasta cierto punto, informadísimas discusiones en lo referente al rendimiento de las escuadras de balompié, en particular del conjunto tricolor. Al mismo tiempo se escucharán charlas respecto a lo que haga el Congreso acerca de la reforma energética, aunque la frecuencia y grado de certeza en la información de las mismas será muy probablemente mucho más baja que en el caso de los sesudos análisis futbolísticos. Sin duda, en el tema energético, pocos sintonizarán el Canal del Congreso (ya sea vía televisión restringida o internet) y, en el mejor de los casos, obtendrán sus datos del “teléfono descompuesto” mediático. En cambio, la mayoría aprovechará los “beneficios” de la tecnología y harán malabares para conseguir la mejor definición en las transmisiones por internet a fin de no perder detalle –en la casa, la oficina y hasta en el teléfono móvil— del segundo mayor evento deportivo del planeta después de los Juegos Olímpicos. Ahora bien, volviendo al principio del párrafo, ¿qué se avecina en realidad, el fin de los tiempos o un nuevo amanecer? Lo más probable es que ninguno de los dos, es más, nada cambiará: ni México será campeón en la disciplina deportiva más popular del mundo, ni la reforma energética detendrá su paso (aunque su calidad salga al estilo “haiga sido, como haiga sido”).

1-“El milagro brasileño” versus “el momento mexicano”: ¿las dos grandes mentiras de América Latina? Durante el seminario “Desarrollo, innovación e integración nacional” llevado a cabo por el diario español El País en Porto Alegre, Brasil, el pasado 6 de junio, el ex presidente amazónico, Luiz Inácio Lula da Silva, pareció calentar la rivalidad entre su nación y México con algunas declaraciones. Sin hablar precisamente de soccer –y, siendo justos con él, ni siquiera en un ánimo de molestar a nuestro país—, Lula, quien hacía una férrea defensa en su discurso del proyecto político, económico y social que él inició y ahora le da continuidad la presidenta Dilma Rousseff, sostuvo que los fundamentos económicos de México estaban peor respecto a los brasileiros. Asimismo, señaló cómo la reforma energética mexicana es correcta pero fue algo que su nación se adelantó casi dos décadas en hacer con Petrobras (por cierto, ¿cómo tomarán estas afirmaciones los sectores de la izquierda nacional opuestos a la apertura petrolera?). Considerando que la intención general de Lula era salir al paso de las críticas contra la gestión presidencial de Rousseff, sobre todo a la luz de todas las protestas sociales alrededor de la Copa Mundial de la FIFA a comenzar el próximo 12 de junio, era lógico que arrasara con cualquier cosa que opacara al cada vez más desprestigiado “milagro brasileño”. No obstante, esto da la oportunidad a fin de realizar un comparativo serio y actualizado acerca de cómo se encuentran las dos economías más grandes (quién sabe si fuertes) del subcontinente.

2-La primera polémica mediática de la reglamentación energética: la gasolina. Este 10 de junio dará inicio el proceso de discusión en comisiones de los distintos dictámenes referidos a la reforma energética. Según la información dada a conocer por el presidente de la Comisión de Energía del Senado, el priista David Penchyna, el debate comenzará con la iniciativa de Ley de Hidrocarburos. A pesar de que dicho ordenamiento es uno de los más complejos y significativos dentro de la apertura del sector, el diario La Jornada ha puesto énfasis en su edición de este lunes 9 de junio en un tema especialmente sensible ante la opinión pública: la venta de gasolinas. El proyecto de decreto que envió el presidente Peña al Congreso hace unas semanas indicaba que, a partir del primero de enero de 2017, se comenzarían a expedir permisos para expendios de gasolinas, y el 1 de enero de 2019 terminaría la exclusividad de Petróleos Mexicanos (PEMEX) en la importación de combustibles. No obstante, el proyecto de dictamen a analizarse en comisiones de Energía y Estudios Legislativos, Primera, que incluye reformas a las leyes de Inversión Extranjera, la Minera, y la de Asociaciones Público-Privadas, establece en uno de sus transitorios que si la Comisión Federal de Competencia Económica determine la existencia de “condiciones de competencia efectiva, con anterioridad a los plazos señalados…dichos plazos se reducirán hasta la fecha…que emita la referida comisión”. De inmediato, algunos legisladores de izquierda volvieron a acusar un presunto nuevo movimiento a favor del desmantelamiento de PEMEX. El senador Penchyna desmintió esto y defendió la inclusión del transitorio como algo virtuoso a favor de los consumidores. Del mismo modo, el líder de los senadores del PAN, Jorge Luis Preciado, también avaló la medida. Dejando de lado el ruido político alrededor de dicha decisión, ¿cuáles serían las ventajas y desventajas de que prospere esta resolución?; ¿se está en una antesala real de la liberalización del mercado de los combustibles?; ¿en qué medida afecta a PEMEX económica y financieramente hablando el fin de su monopolio en la venta de gasolinas?

3-Los desencuentros entre las reformas y los poderes estatales. De forma desconcertante para el gobierno federal, el Partido Acción Nacional (PAN) ha vuelto a condicionar el tránsito de la reforma energética al proceso de la reforma político-electoral. En esta oportunidad, los panistas exigen la concreción de la armonización de las legislaciones estatales a las leyes reglamentarias en materia electoral. Si bien se supondría que esta parte del procedimiento deberá quedar terminado a más tardar el 30 de junio (aunque, en esta ocasión, ello no impida del todo la implementación de la reforma), los congresos locales no parecen tener demasiada prisa. De hecho, ni siquiera las entidades con gobernadores blanquiazules –salvo Guanajuato, donde ya se tiene un dictamen en comisiones—han dado prioridad al asunto. Ahora bien, la eventual intervención de los gobernadores, a través de los legisladores estatales, en la implementación de la reforma constitucional está encontrando uno de sus últimos resquicios en este retraso en la armonización. Como es sabido, la reforma ha restado poder a las autoridades estatales con la creación de los llamados Organismos Públicos Electorales (OPEs). De acuerdo con las nuevas reglas, la integración de los Consejos Generales de los OPEs ahora depende del INE (el cual, por cierto, tiene hasta el 30 de septiembre para, primero, designar 119 quintetas de candidatos, correspondientes a los 7 asientos de cada uno de los 17 OPEs en los estados con elecciones locales en 2015), y ya no de las legislaturas estatales. Al recordar lo ocurrido con la reforma educativa, el proceso de armonización tampoco ha sido terso, incluso teniendo mucho más tiempo para llevarlo a cabo que en el caso electoral. Las resistencias de las secciones magisteriales condujeron a la aprobación, en algunos estados, de marcos legales contradictorios a la misma reforma. Al final del día, ¿qué tanta influencia terminarán perdiendo los gobernadores con la reforma? ¿En verdad el proceso dentro del INE estará libre de ella? ¿Habrá, en los efectos de las reformas en general, un “término medio” entre el afán centralizador del gobierno federal y los esfuerzos defensivos “federalistas” de los gobiernos locales?

4-La víspera del regreso de MORENA. Durante las últimas semanas, tras una sensible reducción de sus actividades públicas (con presencia en medios), Andrés Manuel López Obrador ha ido poco a poco regresando a la escena política. Tal vez no con la fuerza ni la difusión de los prolegómenos de un proceso electoral rumbo a la Presidencia de la República, AMLO y el líder nacional de jure del Movimiento de Regeneración Nacional, Martí Batres –casi a manera de “telonero”—, han ido intensificando la frecuencia de sus declaraciones y, por qué no decirlo, ex abruptos. Desde la segunda presentación (la primera se hizo sin mucho ruido en marzo) hecha hace unas semanas en El Colegio de México de un curioso libro titulado “Neoporfirismo: hoy como ayer”, hasta una todavía más llamativa publicación en Twitter donde aseguraba que el presidente Peña se encuentra muy enfermo, el tabasqueño va preparando el terreno ante la paulatina extinción del plazo para que el INE defina o no el registro definitivo de MORENA como partido político, el cual vence el 31 de julio. En el mismo tenor, quienes encabezan esa organización han marcado total distancia con el PRD, deslindándose de un posible esfuerzo conjunto para impulsar la consulta ciudadana en contra de la reforma energética y de una alianza electoral en 2015. Incluso, AMLO insistió en que su salida del PRD se debió a la firma del Pacto con México (suponemos que a las negociaciones del mismo, ya que él renunció en septiembre de 2012 y el acuerdo se signó el 2 de diciembre de ese año). Lo cierto es que en este aparente intermezzo de silencio, López Obrador ha ido reclutando a actores políticos de izquierda y no tan de izquierda a fin de ofrecerles eventuales candidaturas rumbo a 2015. Con esto en mente, la magnitud de MORENA aún es una incógnita. ¿Qué elementos estarán a la mano de ese (se supone) futuro partido político en su afán de convertirse en una opción competitiva?

5- El Instituto Nacional Electoral (INE): ¿el monstruo más grande jamás creado? Cuando el 23 de mayo de 2014 finalmente se publicaron las tres leyes reglamentarias de la reforma político-electoral, muchos pensaban que el fantasma de arrancar en octubre el proceso comicial federal de 2015 sin la aplicación de los nuevos ordenamientos había desaparecido. No obstante, el verdadero quilombo de la puesta en marcha del orden jurídico correspondiente está por comenzar. La “pequeña” ampliación presupuestal que solicitará el INE a la Secretaría de Hacienda (SHCP) por 230.6 millones de pesos, responde a los requerimientos de la institución para, entre otras cuestiones, el inicio de operaciones de tres unidades nuevas (Fiscalización, Técnica de lo Contencioso Electoral, y de Vinculación con los OPEs) y a “proyectos estratégicos”. También queda pendiente lo que podría llamarse “legislación terciaria”, es decir, la expedición de reglamentos, no sólo referentes a la operación interna del INE, sino a asuntos constitucionales como la iniciativa ciudadana. Por su fuera poco, la extensión de presupuesto solicitada no cubre la operación total de los ordenamientos de la reforma, lo cual ya advirtieron los consejeros. ¿Cómo se vislumbra el panorama del INE ante semejante carga de trabajo? ¿De cuánto será el “ramalazo” presupuestal para el ejercicio fiscal 2015? ¿Será que mientras más cara es “nuestra democracia”, más inoperante y complicada se torna?

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