Por primera ocasión en más de dos décadas, las expectativas de reformas estructurales en México parecen estar alejándose del terreno de las promesas, y coqueteando con su tan anhelada materialización. Si bien la primera alternancia posrevolucionaria del año 2000 generó esperanzas en ese sentido, fue casi de inmediato que vino el desencanto ante dos factores fundamentales: uno, la resistencia del PRI –entonces en la oposición—a permitir al gobierno federal panista concretar su agenda; y dos, la decepcionante parálisis de quien vendió una imagen de estadista en campaña, y terminó sólo como eso, un vendedor de ilusiones. Así, entre la negligencia de unos, y la incapacidad de otros, el país ha perdido tiempo valioso en un mundo que se modifica con rapidez. Hoy, la restauración priista es una realidad. No obstante, también lo es la pluralidad partidista, cuya función primordial será aportar contrapesos y enriquecer la labor de gobierno, justo lo que no supieron hacer los priistas fuera de Los Pinos.
1-La propuesta energética del PAN: el estiramiento máximo (posible). El 18 de julio, la dirigencia nacional panista dio a conocer su proyecto de reforma al sector energético. De entrada, no está del todo claro si todos los grupos de Acción Nacional la respaldarán, en particular aquellos “disidentes” en el Senado. Por otra parte, el contenido de la iniciativa, cuyos preceptos apenas logran esquivar la privatización de los recursos estratégicos del país, plantea figuras tan polémicas que van desde la conversión de PEMEX en una empresa más dentro del esquema de competencia en los procesos petroleros, las concesiones a entes públicos, privados y/o público-privados, hasta una fórmula de manejo del pasivo laboral de la paraestatal (un eventual “golpe” a su sindicato), y el empoderamiento de SENER y la Comisión Nacional de Hidrocarburos. ¿Cuál es la viabilidad –tanto política, como operativa—de la propuesta? ¿Cómo se enmarca en el contexto de la futura presentación de la iniciativa presidencial en la materia?
2-El proyecto de reforma política de la oposición en el Senado: elevando los costos del voto. El 17 de julio, los senadores más prominentes del PAN y el PRD presentaron una serie de 31 propuestas que pretenderían modificar no sólo el actual régimen electoral, sino las bases del sistema político en general. Se dice que dichas reformas serían respaldadas por al menos 46 de los 128 senadores –lo cual, en apariencia, no les daría mucho futuro, sobre todo en aquellas tocantes de la Constitución. Ernesto Cordero, en su calidad de presidente del Senado (hasta el 31 de agosto), ha manifestado su intención de discutir la reforma política en el periodo extraordinario de dicha cámara en agosto entrante. Si se considera que toda reforma constitucional emprendida por el gobierno federal tampoco pasaría el filtro senatorial sin el apoyo de algunos de quienes enarbolan la reforma política opositora, ¿cómo podría funcionar esta última como mecanismo de negociación entre Ejecutivo y Legislativo de cara a las reformas energética y hacendaria?
3-El nuevo Movimiento Progresista (versión Marcelo Ebrard). El 20 de julio, el ex jefe de gobierno capitalino volvió a salir a los reflectores públicos con el anuncio de la conformación de su grupo político (oficial) dentro del PRD. Aun cuando estuvo ausente del acto el actual mandatario del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera (quien, por cierto, no está afiliado al partido), llamó la atención la asistencia tanto del dirigente nacional perredista, Jesús Zambrano, como de allegados a la poderosa facción bejaranista, como Dolores Padierna. Ebrard ya había vuelto a saltar a la escena política con su desafío al presidente Peña para debatir el tema energético, ola a la que parece se subirá para intentar adquirir exposición nacional (su punto débil hasta la fecha). En su intención futura de dirigir el perredismo nacional, ¿cómo podrá Ebrard resucitar a un partido con posiciones de gobierno decrecientes, finanzas en crisis y, muy importante, con la amenaza de perder seguidores ante el eventual surgimiento de MORENA?
4-El sector informal: el tercer gran pendiente del país. Aunque la atención mediática se centra en las reformas energética y hacendaria como potenciales motores de despegue para el crecimiento de México, no se debe olvidar atender un tema que, por sí mismas, dichas modificaciones de ley no podrán solucionar: la informalidad. Durante el acto de presentación del Programa para la Formalización del Empleo 2013, el presidente Peña reconoció que 6 de cada 10 trabajadores empleados están fuera del sector formal, entendido éste como un régimen que incluya, primordialmente, seguridad social (servicios médicos, ahorro para el retiro y crédito para la vivienda). Si bien la recién aprobada reforma laboral se supone obligaría a los regímenes de contratación flexible (por hora y honorarios) a otorgar beneficios de nómina a sus trabajadores, esto no ha quedado del todo claro en su aplicación. ¿Podrá esta nueva Cruzada Nacional Contra el Empleo Informal materializarse más allá de la simulación?
5-La estrategia (tácita) de seguridad de Enrique Peña. La captura del (hasta entonces) líder del grupo delictivo de Los Zetas, el llamado Z-40 (Miguel Ángel Treviño), ha sido considerada como el principal logro de la presente administración federal en materia de combate al narcotráfico. También se comentó mucho el cambio de formas en cuanto a la presentación del hecho ante la opinión pública (en principio, sin montajes mediáticos). Sin embargo, esta conducta es apenas un síntoma de una verdadera modificación en la manera en la cual se trata el tema de la lucha contra la delincuencia organizada. Además de ya no ser la máxima insignia de Los Pinos, la PGR ha asumido un papel más cauteloso y discreto en sus operaciones, las operaciones se han ido centralizando con cierto éxito alrededor de SEGOB y, vinculado con esto último, la cooperación con Estados Unidos intenta ser no tan intensa como eficaz. ¿Cuáles son las principales implicaciones de este nuevo estilo en los asuntos de seguridad?
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