Agenda de análisis semanal. 9 de septiembre de 2013

Peña Nieto

Parafraseando uno de los lemas de campaña de William Clinton en su búsqueda por la presidencia estadounidense en 1992, hoy en México se podría decir: “¡Es la reforma hacendaria, est…!”. Las arengas en contra de la “venta del petróleo” o de la “privatización de la educación pública” palidecían cuando se ondeaba la intimidante bandera del “¡No al IVA en alimentos y medicinas!”. Bueno, tal como lo hacía la vanguardia de los ejércitos en las batallas cuerpo a cuerpo, el gobierno federal ha arrebatado ese “estandarte de lucha” a un sector de la oposición. Sin embargo, al revisar con mayor cuidado varios detalles de las iniciativas, incluso en materia de IVA, tal vez la generalización de dicho impuesto indirecto habría sido el menor de los males. Con la justificación de haber diseñado una reforma hacendaria enfocada en “disminuir la brecha de desigualdad”, la administración del presidente Peña podría estar en efecto igualando económicamente a la sociedad…a la baja.
1-La reforma social y hacendaria: ¿regresión asistencialista? En su mensaje con motivo de la presentación del Paquete Económico 2014, el presidente Peña anunció una serie de iniciativas vinculadas con seguridad social, las cuales, en teoría, complementan (y justifican) tanto las nuevas medidas recaudatorias propuestas –enfocadas a “quienes más tienen”—, como el abandono de uno de los compromisos del inicio de su gobierno: el déficit cero. No es casualidad que se hayan desplegado casi como reformas siamesas el tema social (pensión universal, seguro de desempleo, gasto educativo) y el hacendario (fin a regímenes especiales, aumentos a los contribuyentes cautivos, nuevos impuestos a determinados productos que, según los criterios de la autoridad, etiquetan a sus consumidores como personas con alto poder adquisitivo). Algún diario de circulación nacional incluso insinuó en sus encabezados del lunes 9 de septiembre un “rebase por la izquierda” de la administración federal priista. ¿Será? ¿O más bien se está construyendo una fórmula renovada –y más pichicata—de asistencialismo?
2-La satanización del IVA: un remedio peor que la enfermedad. Uno de los énfasis utilizados para presentar de forma amable el paquete de reformas en materia hacendaria fue la “buena noticia” de no establecer gravamen alguno a alimentos y medicinas. Tampoco se incrementará a superiores al actual de 16%, aunque sí se elimina la tasa especial de la zona fronteriza (11%) a fin de homologarla a nivel nacional. Según el discurso, estas decisiones fueron en apoyo a la difícil situación que experimentan millones de familias en el país. Sin embargo, no todos los demonios recaudatorios están en dicho impuesto indirecto. Por el contrario, en un país con los elevados índices de indisciplina fiscal e incapacidad de recaudación del Estado dado el tamaño del sector informal, esta clase de contribuciones podrían ser más una solución que un problema. ¿Estará el gobierno aprovechando la “mala fama” del IVA con el afán de impulsar impuestos “menos ruidosos” pero más onerosos para los sectores productivos?
3-La propuesta de reforma al régimen fiscal de PEMEX: la verdadera reforma energética. 150 mil millones de pesos menos en recaudación. Esa es la cifra que eventualmente representaría la reducción de la carga fiscal sobre Petróleos Mexicanos, en caso de aprobarse la iniciativa para sustituir la Ley de Derechos sobre Hidrocarburos  por una nueva Ley de Ingresos Petroleros. La intención de ello no es ir disminuyendo el gravamen a la paraestatal de 71.5% de sus ganancias a sólo 60%, sino también ir sentando las bases para el tratamiento en temas impositivos de aquellas empresas cuya participación sería autorizada en caso de transitar la reforma energética. Asimismo, ya se está contemplando el asunto de los contratos de utilidad compartida, algo intangible mientras no se establezcan en las leyes secundarias de una reforma aún en proceso de discusión. Suponiendo que las modificaciones constitucionales al artículo 27 y 28 fueran algo inexorable, ¿cómo pensará el gobierno solventar ese boquete en los ingresos públicos?
4-¿Regularizar o generalizar la informalidad? En la retórica, uno de los objetivos centrales de las iniciativas en materia fiscal y hacendaria del gobierno federal es el combate a la informalidad. Esto se haría por medio de incentivos a la incorporación al sector formal, sobre todo con mecanismos de seguridad social. No obstante, hay varias señales que podrían entenderse en sentido totalmente opuesto a esta intención. Por ejemplo, aunque muchos celebran la desaparición del Impuesto sobre Depósitos en Efectivo (IDE), pocos recuerdan cómo una de las principales justificaciones para su aplicación era desincentivar las actividades informales e, incluso, las delincuenciales. Por otra parte, la eliminación de una inmensidad de conceptos deducibles para los contribuyentes, aunado a la erradicación del Régimen de Pequeños Contribuyentes (Repecos), más la redefinición de los límites en gravámenes hipotecarios, de producción y servicios, entre otros, no ofrecen noticias que motiven precisamente a una persona a regularizar su estatus fiscal.
5-La reforma financiera: en busca de equilibrios. Una de las primeras iniciativas que han recibido trámite en el presente periodo ordinario de sesiones en la Cámara de Diputados, fue la relativa a la regulación del sistema financiero. En general, la propuesta presidencial, complementada por algunas modificaciones llevadas a cabo en comisiones legislativas, pretende armonizar las relaciones entre proveedores de servicios y usuarios. Entre los principales propósitos de la reforma es dar mayor certidumbre en el otorgamiento de créditos, premiar a los deudores cumplidos, sancionar a las instituciones bancarias y financieras abusivas, darle mayores facultades a la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), fomentar la banca de desarrollo, así como darle herramientas más eficaces a las entidades crediticias a fin de recuperar los empréstitos. La discusión de los cambios a las 34 leyes comprendidas en la reforma está programada para esta semana. ¿Se habrá conseguido un equilibrio que evite el surgimiento de una crisis como la experimentada hace dos décadas?

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