Cierren puertas y ventanas. Pongan doble candado en los cerrojos. Escondan los objetos de valor. Agarren con firmeza sus carteras y monederos. El PRI y el PRD han publicado sus listas de candidatos al Congreso. Los partidos revolucionarios renunciaron al mínimo del pudor para designar a personajes más destacados por su notoriedad delincuencial que por su carrera política.
El ex gobernador oaxaqueño José Murat o el líder petrolero Carlos Romero Deschamps carecen de antecedentes penales, no por méritos propios, sino por omisión de la justicia. Su mayor atributo para aspirar al Congreso es la urgencia de fuero para protegerse de acusaciones judiciales. Dime a quién postulas y te diré quién eres. Las biografías de los aspirantes priistas al Poder Legislativo lanzan un mensaje inequívoco: el PRI es un partido incapaz de renovarse. Seis años en la oposición no sirvieron para nada. La derrota electoral del 2000 era una oportunidad inmejorable para iniciar un proceso de autocrítica. Los priistas sí hicieron un ejercicio de reflexión ante el espejo, pero sus conclusiones son pasmosas: los esfuerzos de modernización debilitaron al PRI y el México del ayer es el territorio natural de su voto duro.
Con la publicación de las listas de candidatos al Congreso, el PRI vuelve a sus raíces y anticipa su perfil para los próximos seis años. Hoy parece difícil que Roberto Madrazo gane la Presidencia de México, pero no sería extraño que el tricolor obtenga la primera fuerza en el Senado y la Cámara de Diputados. En el PRI queda gente valiosa y decente, pero muy pocos alcanzaron un lugar en la distribución de candidaturas.
Por su parte, el PRD postuló como senador de Hidalgo al ex priista José Guadarrama, un individuo acusado de ser responsable intelectual de la represión e incluso el asesinato de miembros del sol azteca. Ayer los acosó y les robó elecciones, hoy es su candidato. Roberto Vega Galina es otra de las adquisiciones más recientes del perredismo, el líder sindical del IMSS es uno de los principales responsables de la crisis financiera de esta institución. En la mejor tradición del voto corporativo, la candidatura de Vega Galina busca jalar el apoyo de miles de agremiados del sindicato del IMSS.
Las listas del PRD envían una señal elocuente: somos capaces de asociarnos con cualquiera con tal de ganar el poder, nuestra capacidad de tragar sapos no conoce límites. A diferencia de Roberto Madrazo, López Obrador sí tiene posibilidades reales de ganar las elecciones presidenciales. Al aprobar las nominaciones de ex priistas con trayectorias indefendibles, AMLO develó su estrategia para llegar al gobierno. Pragmático como pocos en su oficio, el Peje escoge a sus aliados y a sus enemigos no por su afinidad o distancia ideológica sino por pura conveniencia política. Hoy, el represor de Hidalgo y el cacique del IMSS son peones útiles en su tablero de ajedrez.
El PAN también anunció los nombres de algunos de sus candidatos al Congreso. Las nominaciones de Acción Nacional no producen ganas de aplaudir, pero en principio no despiertan temor o náusea. Ante el panorama nacional, la mediocridad curricular de candidatos como Santiago Creel pareciera un mal menor. No lo es. Los errores políticos más graves del sexenio foxista fueron responsabilidad del ex secretario de Gobernación. El PAN premió el desempeño de Creel con un lugar en el Senado. Los tres principales partidos nos ofrecen un pavoroso menú de opciones electorales: la cleptocracia (PRI), el pragmatismo obsceno (PRD) o la ineptocracia (PAN). ¿Por quién votas?
A través de los siglos, varios pensadores han repetido la frase de que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. No estoy de acuerdo que este lugar común sea una regla de aplicación general en todos los tiempos y países. El esfuerzo cotidiano que ponen la enorme mayoría de los mexicanos para salir adelante, sugeriría que merecemos una clase política de mayor estatura. No idealizo al colectivo humano que forma mi patria, sólo es lo que miro cuando salgo a la calle. Sería iluso esperar que cada diputado o senador tuviera madera de estadista, pero me gustaría que las biografías de nuestros legisladores no nos impulsen a fijar los ceniceros con tuercas y tornillos.
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