Con frecuencia se nos olvida que el dinero es uno de los grandes inventos de la humanidad. Llevamos tantos años acostumbrados a el statu quo que incluso damos por hecho el que nuestra moneda esté respaldada por un banco central o el que existan ciertas regulaciones que hagan más difícil el llevar a cabo operaciones ilícitas.
Pero justo cuando pensamos que el dinero no podría tomar otras formas, llegó lo que ha sido uno de los experimentos más interesantes jamás: el Bitcoin. Y digo experimento porque, así como están quienes piensan que esta divisa está destinada al fracaso, están también los entusiastas que consideran que es el dinero del futuro.
Bitcoin es una “moneda” electrónica que se puede intercambiar entre personas por internet. Muchos sitios en línea aceptan Bitcoin como moneda de cambio con la cual se pueden adquirir bienes y servicio. Es una divisa que no pertenece a ningún país ni es controlada por ningún banco, empresa, o institución financiera.
El potencial hacia el futuro es enorme. Los bienes podrían ser más baratos debido a que los costos de transacción son menores y las transferencias entre personas, que hoy a veces toman días, se podrían hacer en segundos, por mencionar solo algunos beneficios.
Sin embargo, en las virtudes recaen también los mayores riesgos. El riesgo más destacado es que esta divisa es muy útil para el lavado de dinero. Al no pedirse ningún dato personal, el usuario puede mantener absoluta privacidad. Una cuenta con Bitcoin no se puede congelar, por ejemplo.
Y, considerando lo anterior, esta semana sucedió algo que para muchos era esperado: el arrestó de Charlie Shrem, director de la página de intercambios de Bitcoin, por vender un millón de Bitcoin (BTC) a usuarios de Silk Road, un portal en el que se pueden comprar productos ilícitos como drogas.
Esto coincidió con que, este 28 y 29 de enero, el Departamento de Servicios Financieros de Nueva York comenzó una serie de audiencias públicas con el objetivo de pensar en cómo regular las monedas digitales.
Uno de los puntos que se trataron fue la posibilidad de emitir BitLicenses, es decir, licencias para regular a las empresas que quieren utilizar estas divisas. En la audiencia estuvieron quienes argumentaban que una regulación mataría las ventajas de las monedas electrónicas, mientras que otros consideraban que esta era la única forma de que fuera viable hacia el futuro.
Asimismo, otra preocupación recurrente que surgió en las audiencias fue el factor especulativo. El Bitcoin ha aumentado mucho de valor y, al tener una libre fluctuación, existe el riesgo de una burbuja especulativa. Podría acabar siendo un experimento que llevó a unos a hacerse ricos a costa de la pérdida de otros.
La moneda electrónica que se dio a conocer por primera vez en un documento anónimo en 2008, hoy nos tiene a usuarios y a gobiernos con mas preguntas que respuestas. Quizás con lo que me quedo es con el paralelismo que muchos han hecho con Napster, sitio que fue demandado por permitir que se “bajaran” canciones gratis. Si bien es difícil que el Bitcoin sobreviva como lo conocemos hasta ahora, tiene el potencial de ser una llamado a la transformación y a la innovación en la industria financiera. Tal como Napster, Bitcoin ya está dejando un legado importante.
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