Como si no viviera en México

Justicia

Sus propuestas son viejas, gastadas, insuficientes, poco realistas y engañosas. Con matices, la mayoría de los abanderados propone hacer lo mismo de antes, pero bien. El problema, dice Luis Rubio, es que ninguno está dispuesto a romper con un paradigma de administración económica que ha fallado.

Luis Rubio

Lo más impactante de los programas económicos propuestos por los candidatos es la superficialidad con que enfocan el tema que más afecta a los mexicanos. Todos los candidatos abordan el tema económico, pero sus propuestas tienden a ser viejas, gastadas y, en todo caso, insuficientes. La mayoría propone -palabras más, palabras menos- hacer lo mismo de antes, pero bien, como si ese fuera el problema de fondo del país. Prácticamente ninguno reconoce el entorno dentro del cual opera la economía mexicana, lo que les lleva a propuestas poco realistas, imposibles y engañosas. Resulta irónico que las propuestas tiendan a aumentar en sensatez en la medida en que el candidato tiene menor probabilidad de ganar. Por encima de todo, la mayoría sigue con la vista firmemente anclada en el pasado.

Lo más sorprendente, y encomiable, de las propuestas de los seis candidatos a la Presidencia recogidas por Reforma es que existe un amplio acuerdo sobre algunos de los principales retos del país. Lo patético -y preocupante- es observar la ausencia de acuerdo sobre la forma de enfrentarlos. Virtualmente todos mencionan a la desigualdad como el problema más serio a enfrentar y de ahí se siguen a identificar desafíos concretos a vencer: la educación, la reforma fiscal, la justicia social, el empleo, el sistema financiero, el ahorro, la inflación y el campo. No hay mayor dispersión en la categorización que hacen los candidatos de los problemas del país. Pero sus propuestas son tan diversas como sus personalidades. Algunos resolverían todos los problemas del país con subsidios, otros construirían un nuevo marco institucional; para uno de ellos nada se puede resolver, en ningún área, sin un pacto político, en tanto que otros creen en el gasto público como si se tratara de un tema religioso. Al leer las propuestas, uno no puede más que concluir que los candidatos viven en países distintos; y peor, uno juraría que muchos de ellos no han vivido en el México que ha experimentado una transición económica tan compleja y penosa.

Pero eso no les impide regresar al pasado para pedir prestadas soluciones que, no por gastadas o desechadas por inadecuadas y costosas, dejan de tener su atractivo. Quizá sea un signo de los tiempos el que la mayoría de los candidatos crea que la función del gobierno sea la de hacer las cosas en lugar de crear las condiciones para que éstas ocurran. En este sentido, una lectura somera de las propuestas revela que la mayoría de ellos considera que el gobierno tiene facultades ilimitadas y que todos los problemas económicos del país se resuelven si existe la voluntad de enfrentarlos; implícitamente, casi todos ellos argumentan que el gobierno actual no ha tenido la voluntad, pero que ellos sí la tendrían. Sin embargo, el marco de referencia, el paradigma que orienta a casi todos los candidatos es el de los sesenta, setenta y ochenta, respectivamente, épocas en las cuales se hicieron toda clase de experimentos, la mayoría de ellos con resultados desastrosos. En este contexto, no sorprende que abunden propuestas que vienen de épocas que, uno supondría, hace

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Luis Rubio

Luis Rubio

Luis Rubio es Presidente de CIDAC. Rubio es un prolífico comentarista sobre temas internacionales y de economía y política, escribe una columna semanal en Reforma y es frecuente editorialista en The Washington Post, The Wall Street Journal y The Los Angeles Times.