Ebay.com, el sitio de subastas en línea más exitoso del mundo, pagará 63 millones de dólares tras haber perdido una demanda interpuesta por LVMH (conglomerado francés que tiene más de 60 marcas de lujo, entre ellas Louis Vuitton). Las causas de la demanda fueron la venta de productos piratas y el haber comercializado cosméticos y perfumes a través de un canal de distribución no autorizado por la empresa propietaria.
Ebay tiene más de 80 millones de usuarios en el mundo y está presente en 39 países. En México y Latinoamérica, Ebay es socio de MercadoLibre.com y ofrece una plataforma para intercambiar información y realizar transacciones comerciales, tanto de productos nuevos como usados, utilizando precios fijos o subastas.
Ebay es el bazar del Siglo XXI. En diez años se ha convertido en un ejemplo de cómo la tecnología puede cambiar patrones de consumo, reducir los costos de transacción y agregar valor a la sociedad. El anonimato de las personas que llevan a cabo intercambios comerciales se compensa a través de un sistema de confianza, donde los compradores califican a los vendedores y éstos construyen así su reputación. Hoy, miles de usuarios aseguran que las actividades que llevan a cabo a través de Ebay representan su principal fuente de ingreso.
Sin embargo, en las virtudes del sistema se encuentran también los problemas. La libertad y la sencillez que ofrece la plataforma de Ebay es la misma que les permite operar a personas que llevan a cabo actividades ilícitas. Pero esto no es un problema exclusivo de Ebay. Moisés Naim en su libro “Ilícito” explica cómo las actividades ilícitas, en el contexto de la globalización, han permeado un sinnúmero de esferas. Para Naim, factores como la tecnología y el intercambio económico mundial han llevado al comercio ilegal a crecer vertiginosamente en las últimas décadas, alterando el orden internacional y estableciendo nuevas reglas del juego.
El crimen en el S.XXI incluso pasa por los ojos de todos. Bajar una canción de un sitio de Internet no autorizado, cruzar la frontera ilegalmente o comprar una bolsa Louis Vuitton pirata son actividades ilícitas que cada vez vemos con más naturalidad. Además, salvo por el narcotráfico, en casi ningún país el comercio ilícito ha sido combatido de manera integral por el sistema legal y de justicia. Por el contrario: hay países donde estas actividades representan, abiertamente, una proporción nada despreciable de su economía.
La integración económica, sin importar la naturaleza de la actividad, ha ocurrido a una velocidad mucho mayor que la integración política. Una tercera parte de las medicinas en áfrica son productos de contrabando; de hecho, en 2005 la OCDE estimó que el contrabando mundial ascendió a 200 mil millones de dólares. Los números relacionados con el tráfico de personas y de armas no son menos alarmantes. Mientras que las fronteras son una ventaja para los criminales, éstas representan un obstáculo para el combate al crimen.
En la frontera entre México y Estados Unidos, por ejemplo, tanto el tráfico de la droga, como el de armas y el de personas, se benefician de la falta de coordinación entre vecinos. El TLCAN, al igual que cualquier otro tratado de libre comercio, habría quizás evolucionado muchos más rápido si los bienes se produjeran y se intercambiaran utilizando los criterios de ventajas comparativas y de eficiencia con los que se producen y comercian los bienes ilícitos.
En lo que a tecnología concierne, son los grupos que realizan grandes transacciones ilegales los que han adoptado de manera expedita la tecnología de vanguardia. Lo que los Estados requieren hoy es mucho más sofisticado que lo que requerían hace 20 o 50 años. No es lo mismo interceptar las llamadas telefónicas de un grupo criminal, que interceptar sus correos electrónicos encriptados. No es lo mismo detectar a alguien que cobra un cheque en el banco, que controlar retiros a través de cajeros automáticos en distintos países. Y no es lo mismo detectar productos piratas cuando se trata de mercancía física, que cuando se trata de intangibles o de propiedad intelectual.
En este siglo, el combate al crimen organizado, en cualquiera de sus presentaciones, no se ganará con las empresas y el Estado trabajando por su cuenta. El gobierno necesita la tecnología y la velocidad en la innovación que únicamente el sector empresarial puede brindar. A su vez, las empresas requieren un Estado de derecho y un sistema de justicia eficaz.
Ebay pagará su multa, pero el problema de fondo no se resolverá. En la arena global los criminales seguirán utilizando la creatividad, la tecnología y el análisis de riesgos. La batalla contra las actividades ilegales no ganará con menos que esto.
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