Uno de los grandes ausentes en el debate nacional es la
productividad como factor para el crecimiento económico y el desarrollo.
El tema ha estado ausente incluso en la discusión de la Reforma
Laboral. A continuación, algunos puntos que debieran debatirse.
Productividad
como meta. Mientras México no tiene metas en torno a la productividad,
los países que más han crecido la consideran prioritaria. Al ponerse
metas específicas, han logrado alinear las estrategias del sector
público y privado en torno a un objetivo: aumentar la productividad para
crecer.
Productividad y desempleo. La productividad suele ser
vista como una amenaza al empleo. Es cierto que, particularmente en
momentos de crisis, se da un dilema entre mantener el empleo y ser menos
productivos versus reducir la planta laboral y mantener la
productividad. A corto plazo suena bien mantener el empleo a costa de la
productividad, pero el precio a mediano y largo plazos es tener
empresas que no sobreviven.
McKinsey Quarterly publicó en marzo
un estudio donde Vikram Malhotra y James Manyika confirman que, si bien
ha habido sectores que al aumentar su productividad reducen su planta
laboral, una vez que se promedian todos los sectores de la economía,
mayor productividad siempre viene acompañada de más empleo.
La
productividad y sus beneficiarios. Se considera que la productividad es
un asunto que sólo beneficia a empresas. Individuos y gobierno
desconocen cómo su aumento tiene un efecto positivo en otras áreas
(aumento en salarios, creación de empresas e incremento en la demanda
por bienes y servicios).
Productividad para todos. Se piensa que
la productividad es solamente labor para los rezagados. Es cierto que
los sectores, regiones y países más atrasados tienen mayores
oportunidades, pero la productividad también debe ser constante en los
sectores a los que mejor les va. No hacerlo pone a cualquier empresa,
región o país, en riesgo.
Productividad y gobierno. Uno de los
sectores que tiene más oportunidad de aumentar su productividad es el
gobierno. ¿Hasta dónde es conveniente que se reduzca? o ¿cómo hacer más
eficientes sectores como el de salud? En México, particularmente en el
caso de estados y municipios, es urgente hacer ciertas preguntas: cómo
compra el gobierno, con cuántas personas podrían hacer lo mismo, cuántos
procesos redundantes hay, en qué gastan e invierten y a qué se destina
la deuda.
Productividad y tecnología. La crisis ha llevado a
Estados Unidos a preguntarse cómo aumentar su productividad para crecer.
Uno de sus debates más interesantes es por qué la era digital no ha
tenido un mayor impacto en la productividad, como sí lo tuvieron
inventos de la revolución industrial. Al respecto existen varias
teorías. La primera es que Internet se parece más a la imprenta, que no
tuvo un aumento en productividad en las primeras décadas y que su mayor
impacto aún está por venir. Otros especialistas señalan que es difícil
cuantificar el aumento en productividad en el caso de Internet, porque
muchos de los beneficios van directamente a aumentar la calidad de vida
de los consumidores pero no se materializan en pagos a las empresas.
Independientemente de cuál sea el impacto directo de la tecnología
digital, lo relevante es que sea vista como un medio para transformar a
otros sectores que necesitan ser más productivos.
Son este tipo de preguntas y planteamientos en los que debemos pensar para que México pueda hacerlo mejor.
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