8) No serás caja de Corn Flakes, ni refresco de cola. Los poderes públicos en nuestro país sufren un caso de mediatitis aguda. Gracias a un anuncio de radio, nos enteramos de que los diputados, cuando no se arrojan sillas y otros proyectiles, trabajan a favor de México. En otro comercial radiofónico, con una música supercursi, los senadores nos recuerdan sus esfuerzos por concretar acuerdos. En sus spots, el gobierno de Sonora presume medallas en las olimpiadas nacionales y hasta el Poder Judicial desperdicia dinero público para jactarse de sus logros. Al paso que vamos, en un futuro, la delegación Milpa Alta se gastará una lana para promocionar los nopales que se cultivan en su localidad. Ver a las instituciones de la República anunciándose a la par de un detergente y una toalla femenina me hace sentir que vivo en un país bananero. En afán de ser más popular que la Coca-Cola, Vicente Fox se convirtió en un vendedor de su propia imagen. La publicidad del Ejecutivo federal se transformó en una moda que hoy copian otros poderes y autoridades. La reputación de un gobierno se gana con las decisiones y agallas de un jefe de Estado, no con la inspiración y chispa de un creativo publicitario.
9) No te distraerás con tu propia sucesión. En el sexenio pasado hubo muchas declaraciones tontas. Si hubiera que entregar un Oscar al peor desatino verbal de los últimos seis años, mi candidata al premio mayor sería la frase de Fox donde anunció el inicio de la carrera presidencial, tres años antes de que terminara su propio gobierno. Apenas era el verano del 2003 y el propio Presidente agitaba las aguas de su distante sucesión. A partir de entonces, la primera dama, el secretario de Gobernación y el actual presidente de la República se dieron por aludidos y tomaron sus carriles de salida. Vicente Fox dedicó sus mayores esfuerzos a tratar de influir en la designación del candidato del PAN y a evitar que Andrés Manuel López Obrador apareciera en la boleta electoral. En las últimas décadas, Ernesto Zedillo ha sido el Presidente menos obsesionado por quién sería su sucesor: abrió el destape del PRI a una competencia interna, mantuvo una actitud prudente en los tiempos de campaña y la noche de la elección reconoció a un ganador de un partido distinto al suyo. El comportamiento de Zedillo durante el año 2000 será la vara con que la historia juzgará la actitud presidencial en futuras etapas de sucesión. ¿Qué ejemplo escogerá Felipe Calderón, el de Zedillo o el de Fox?
10) No usarás a la justicia como un arma política. En México, el concepto de Estado de derecho suena a un mal chiste. Dos individuos se encargaron de convertir el principio de legalidad en una amarga ironía: AMLO insultó a las instituciones que sostienen el orden jurídico y Vicente Fox las manipuló para derrotar a su enemigo político. El tabasqueño las mandó al diablo y el guanajuatense a hacer el trabajo sucio. Ambos, en un mano a mano, le dieron en la torre al Estado de derecho. Encarcelar al dirigente de la APPO Flavio Sosa es una acción lógica para castigar a uno de los líderes que tomó a Oaxaca como rehén. Si la justicia es dar a cada quien lo que le corresponde, los asesinos materiales e intelectuales de varios miembros de la APPO tampoco deben quedar impunes. Mientras Ulises Ruiz permanezca en su cargo, la defensa de la legalidad en México sonará a discurso hueco.
11) No confundirás el presupuesto federal con un extinguidor. En México tenemos el problema de ver al dinero público como la solución más sencilla para aplacar problemas políticos. Ya sea con industriales, organizaciones campesinas o grupos de maestros, el presupuesto apaga fuegos y compra alianzas pero no resuelve problemas de fondo. Si la paz social dura mientras el erario aguanta, ¿qué ocurrirá cuando caigan los precios del petróleo?
12) Amarás a tu país sobre el poder y el dinero.
Gracias a la gentil intervención de varios amigos lectores, a este decálogo le sobraron dos mandamientos.
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