La corrupción ha sido uno de los principales obstáculos al desarrollo de la democracia, por sus efectos nocivos en el fortalecimiento institucional y en el crecimiento económico. Sin embargo, durante muchas décadas en la opinión pública mexicana existió cierta tolerancia a la corrupción de las autoridades a cambio de gobiernos considerados eficientes. “El PRI roba pero reparte” fue una de las frases más comúnmente usadas para justificar votar por un partido con experiencia para gobernar, aunque en ocasiones sus gobernantes fueran corruptos. No obstante, actualmente la corrupción ha tomado mayor protagonismo en el imaginario colectivo y comienza a posicionarse como un tema de relevancia en la ciudadanía, tanto para evaluar a sus autoridades como para tomar decisiones electorales.
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