La pregunta se repite una y otra vez.
La forma tiene muchas variantes, pero el contenido de fondo es el mismo: ¿por qué estamos tan mal? ¿Por qué otros países avanzan y nosotros estamos estancados? ¿Por qué nuestra democracia no satisface las expectativas? ¿Por qué hay tantas promesas pero tan pobres resultados?
Hay muchas propuestas, respuestas y críticas para cada una de estas interrogantes, algunas serias, otras interesadas en el fondo, sin embargo, el tema es de perspectiva.
Quisiera partir de dos expresiones muy simples
La primera, con la que todos estamos familiarizados, es que a un vaso con un poco de agua se le puede ver medio lleno o medio vacío, pero sigue siendo el mismo vaso
Aunque el vaso mexicano no es muy distinto a otros vasos con los que con frecuencia nos comparan, por alguna o muchas razones, los mexicanos hemos acabado viendo al vaso medio vacío
Esa perspectiva nos ha colocado no sólo en una situación de pesimismo, sino ante un vacío de posibilidades.
La otra expresión viene de Michael Novak, un estudioso estadounidense, cuando presentó su libro El Espíritu del Capitalismo Democrático, hace unos treinta años.
Novak comenzó relatando una caminata que realizó aquella mañana por varias librerías del centro y del sur de la ciudad de México. Dijo que vio los títulos de los libros que estaban en las mesas y en los estantes y mencionó varios de ellos. Todos tenían un enfoque similar: las causas del subdesarrollo, el origen de la pobreza, la dependencia.
Novak concluyó sus comentarios diciendo que entender el pasado y las causas de nuestros problemas es esencial pero no es útil.
Lo que necesitamos, nos dijo esa tarde, es entender las causas de la riqueza y del desarrollo porque eso es lo que nos sacaría de pobres y resolvería nuestros problemas.
Nadie puede pretender que México no tiene problemas.
Lo impactante es que nos aboquemos de manera sistemática a ellos en lugar de avanzar soluciones para resolverlos
Quizá más importante, cuando uno ve la realidad circundante hay buenas razones para ser escépticos.
Sin embargo, si uno ve hacia atrás, lo impresionante es qué tanto ha cambiado el país en las últimas décadas.
La fisonomía misma del país
La disponibilidad de bienes de todo tipo y, sobre todo, el cada vez menor precio real de bienes básicos
Las libertades que se respiran
Para mí no hay mayor evidencia de la transformación que hemos experimentado que cuando, al platicar con mis hijos, con frecuencia tengo que meter paréntesis para lidiar con su incredulidad: cómo es posible que tal o cual cosa -disponible en el resto del mundo- no existiera hace dos o tres décadas, como si fuera natural todo a lo que hoy tenemos acceso, todo lo que nos estaba vedado a los mexicanos
Todos hemos pasado por situaciones similares. Aunque parezca contra intuitivo, hoy México se parece más a los países desarrollados que a los pobres
Repito que nada de esto niega el hecho de que tengamos problemas.
Tampoco niega que podríamos tener un mejor enfoque para resolverlos, una estrategia multidimensional para atender de manera paralela los temas de seguridad, pero también los de educación, crecimiento económico, infraestructura y demás.
Pero viendo el vaso medio lleno uno adquiere una perspectiva muy distinta
Quisiera aprovechar estos minutos para darles algunos ejemplos de lo que ha cambiado, pero sobre todo de las consecuencias que ha tenido para la sociedad mexicana
En particular, quisiera plantearles lo que Luis de la Calle y un servidor hemos llegado a concluir: que México se ha convertido en una sociedad mayoritariamente de clase media.
El argumento central es muy simple:
Las familias mexicanas han mejorado sistemáticamente sus niveles de vida esto lo han logrado gracias a tres circunstancias:
Menores costos de los bienes básicos (sobre todo gracias a la mayor competencia interna, al régimen de apertura a las importaciones y a la creatividad de algunas empresas para proveerlos)
Diversificación de ingresos en una misma familia
Las políticas de crédito, sobre todo a vivienda, que consolidaron una base familiar
La clase media se ha ido afianzando no tanto porque haya crecido el ingreso de las personas en lo individual, sino porque se ha acumulado el ingreso familiar, dándole a las familias la confianza en su estabilidad económica y, por lo tanto, la oportunidad de no estar preocupadas por su sobrevivencia de manera cotidiana
Los datos así lo hacen ver. Permítanme darles algunos ejemplos
El PIB per cápita ascendió 40% en términos reales entre 88 y 2008
La pobreza alimenticia disminuyó del 61.8% en 1950 al 18.2% en 2008
La esperanza de vida pasó de 60 años para las mujeres y 56 para los hombres en 1960 a 73 y 78, respectivamente, en 2008
La mortalidad infantil pasó de 79.4 por 1000 nacimientos en 1970 a 14.7 en 2009
La escolaridad se duplicó entre 1976 y 2006
La proporción de mujeres en la fuerza laboral pasó del 37% en 1980 al 44% en 2008
Todo esto hizo posible, y a la vez vino acompañado, de una mejoría sensible en los niveles de vida, que se tradujo en avances que se pueden apreciar en cosas como:
Que el consumo de carne pasara de 34kg per cápita en 1990 a 62kg en 2005
Que aumentara el número de cuartos por casa y que mejorara la calidad de los servicios
(Recuerden la imagen de cascos de botella tapando varillas destinadas a construir un segundo o tercer piso más adelante. Observen como esa construcción se ha acelerado en las últimas décadas)
Pasamos de 3.9 millones de vehículos registrados en 1980 a 19.2 en 2008
El número de establecimientos de espectáculos aumentó en 244% entre 1991 y 2007
Las funciones de cine pasaron de 830 mil a 4.6 millones entre 91 y 2007
En fin, lo mismo es cierto para televisión de paga, internet, compra de seguros de vida, teléfonos celulares, vuelos en avión, aprendizaje de inglés, viajes al extranjero.
Todos estos son indicadores ineludibles de una clase media creciente
Otra manera de de ver el fenómeno es simplemente observando cuántas salas de cine, hoteles, walmarts y demás han proliferado por todos los rincones del país.
Dada nuestra historia y la desazón cotidiana, es fácil cerrar los ojos ante estos cambios, pero eso no cambia la realidad.
De hecho, el factor decisivo en la elección del 2006 fue precisamente el riesgo que percibía la incipiente clase media mexicana de perder su estabilidad y viabilidad
Hay muchas explicaciones sobre por qué ha pasado todo esto, algunas encomiables, otras menos.
Una situación macroeconómica estable, condición sine qua non para el crecimiento de la clase media
Esto ha permitido que crezca el crédito a la vivienda y al consumo
Genera una base de confianza respecto al futuro
Programas como oportunidades sin duda redujeron la pobreza y establecieron un piso para muchas familias
El crédito a la vivienda para familias de bajos ingresos detonó la transformación del sector
Las becas a estudiantes abrieron fuentes nuevas de ingreso familiar
La apertura a las importaciones
Por ejemplo, el precio de la carne bajó 40% en términos reales entre 1991 y 2009
Lo mismo para el calzado y vestido, cuyos precios reales disminuyeron 60%
La mayor competencia en la provisión de algunos servicios y la creatividad para darle crédito a personas sin acceso a servicios bancarios para adquirir bienes de consumo o materiales de construcción
Las remesas han generado una clase media rural que antes era inconcebible
La economía informal ha generado empleos y fuentes de ingresos adicionales para las familias
La clase media de antaño tenía dos componentes:
Los profesionistas, comerciantes, tenderos y proveedores de servicios directos
Y los sindicalistas de empresas paraestatales o agencias gubernamentales
Los primeros eran producto del mérito, los segundos de su capacidad de negociación
La nueva clase media es otra vez producto del mérito y esa es una gran razón de optimismo para el futuro
Dicho lo anterior, estos avances son precarios la clase media mexicana es por demás vulnerable
Baste ver los números más recientes de empleo y pobreza para acentuar el riesgo inherente y, sin duda, el mayor de todos los riesgos reside en la insuficiente movilidad social, las brechas que genera nuestro sistema educativo y el muy bajo crecimiento de la productividad general de la economía
Recordando aquel viejo dicho, la clase media mexicana está “agarrada de alfileres” y un mal viento puede cambiarlo todo
Como sociedad, no podemos confiarnos de la permanencia de la clase media y menos mientras prevalezca la desazón
La única forma de reducir la vulnerabilidad, consolidar lo existente y seguir ampliando los rangos de la clase media es:
Crecimiento económico sostenido
Estabilidad financiera
Seguridad pública
Estas pueden no ser causas muy populares, pero son las únicas posibles. También son las que han permitido estos logros y las que han animado a los países que han avanzado en estas lides.
Permítanme concluir regresando al inicio
El país está entrando a la siguiente etapa de contienda política independientemente del resultado que arrojen las urnas, lo que es impactante es la maduración económica de la sociedad mexicana
La evidencia es contundente es que, a pesar de sus problemas, que no son pocos, el país ha ido avanzando mucho más de lo que parecería a primera vista.
No hay razón para pensar que estamos condenados a ser un país mediocre, incapaz de romper con las ataduras del pasado
Nada nos impide ver el vaso medio vacío. Afortunadamente hay buena evidencia de que es posible verlo medio lleno.
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