El fila de la historia

Sociedad Civil

El tiempo no tiene misericordia. Una vez que el presente quedó atrás, nada podemos hacer para cambiar los hechos consumados o las palabras proferidas. Los errores del ayer no admiten enmiendas, sólo disculpas y arrepentimientos. Los sucesos de la historia no se pueden modificar pero sí se pueden reescribir. Al mirar el pasado con una luz distinta podemos cambiar el futuro.

Los alemanes y los franceses han demostrado que se pueden reinventar los tiempos idos. Un grupo de historiadores de ambos países se han dado a la revolucionaria tarea de crear el primer libro de texto de historia binacional. Editado por Klett en Alemania y Nathan en Francia, el volumen enseñará a los jóvenes de ambos países a mirar la historia con los ojos de su vecino. El libro editado en ambos idiomas aborda los acontecimientos desde 1945 hasta nuestros días. Dos volúmenes adicionales, actualmente en preparación, cubrirán desde la Grecia antigua hasta 1850 y el siguiente abarcará el periodo más polémico y doloroso de 1850 a 1945.

Cada uno de los capítulos del libro está escrito por un historiador alemán y su colega francés. Cuando los escritores no llegan a un consenso sobre un tema, exponen los puntos de vista contradictorios: en las últimas décadas del siglo XX, los alemanes miran el papel de Estados Unidos como un “aliado y protector de Europa Occidental”, mientras que los franceses perciben a la superpotencia como un “poder imperial”.

Las dos naciones están unidas por una historia de guerra y sangre. Casi todas las familias alemanas o francesas tienen algún antepasado que perdió la vida bajo las armas de su vecino. Los conflictos bélicos donde se han enfrentado marcaron la historia moderna de Europa y del mundo. En 1870, la guerra franco prusiana causó más de medio millón de muertos civiles en ambos bandos. Entre 1914 y 1917, la carnicería de la Primera Guerra Mundial dejó en el campo de batalla a una generación entera de jóvenes de los dos países. En la Segunda Guerra Mundial, los nazis humillaron a Francia con la derrota y la ocupación. El contraataque de los ejércitos aliados contra el pueblo alemán también dejó heridas profundas sobre la nación derrotada. Del odio nació la comunidad. Los viejos enemigos han aprendido a ser buenos vecinos. Sus choznos, bisabuelos y abuelos se mataron entre sí. Hoy los nietos comparten pasaporte, bandera y están dispuestos a aprender la historia del mismo libro.

La armonía comunitaria que hoy priva en Europa hubiera sido imposible sin el esfuerzo autocrítico de los alemanes. El mea culpa del pasado nazi permitió primero la reconciliación y luego la asociación con los vecinos. Sin una visión crítica de sus actos, las naciones o los individuos se quedan atrapados entre los expedientes de su pasado. Japón y China viven serias tensiones diplomáticas, porque los hijos del sol naciente no pueden asumir su responsabilidad durante la Segunda Guerra Mundial. Uno de los mayores obstáculos que tiene Turquía para ingresar a la Unión Europea es su incapacidad de reconocer el genocidio armenio a principios del siglo XX. España tampoco se puede poner de acuerdo sobre las dos versiones de su guerra civil. Los herederos de los republicanos y los falangistas utilizan la historia como una herramienta política. Japoneses, turcos y franquistas tienen algo en común: no se atreven a llamar a sus crímenes por su nombre. La sombra del pasado pesa sobre el porvenir de estas naciones. La interpretación histórica se transforma en un cuchillo que corta de tajo a sociedades y continentes. Muy pocas naciones escapan sin cicatrices a la navaja de la memoria.

Hoy los mexicanos también estamos divididos por la narrativa de nuestro pasado inmediato. En el año 2050 ¿cómo se recordará la elección presidencial del 2006? ¿Habrá un consenso colectivo sobre los hechos ocurridos o las teorías de la conspiración sobrevivirán varias generaciones? Hay que escuchar todas las versiones del 2 de julio, pero no permitamos que las mentiras se escapen impunes. Las verdades retorcidas y las falsedades llanas son las piedras que le sacan filo a la historia.

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