Más allá de los asuntos de forma, este es el Informe que yo quisiera escuchar:
Al H. Congreso de la Unión:
Acudo a esta representación a rendir el Informe de mi primer año de labores, pero sobre todo a proponer un programa de transformación integral del país. México requiere una nueva visión para su futuro y para el beneficio de todos los mexicanos.
Hace un año, el país vivía momentos difíciles, un proceso postelectoral conflictivo y un país deseoso de respuestas. La contienda electoral reveló fisuras en la malla social y un profundo deseo por parte de los mexicanos de lograr no sólo tasas de crecimiento elevadas dentro de un contexto de estabilidad, sino una lucha frontal contra la pobreza, los privilegios y la falta de oportunidades. Hoy vengo a exponerles un programa para responder a estos retos.
Comienzo por reconocer que a lo largo de estos primeros meses de mi administración, he podido trabajar de manera profesional y responsable con el poder legislativo. Se han dado pasos importantes en algunos temas críticos y sentado las bases para una redefinición de las relaciones entre los poderes públicos en el país. Me anima el deseo de los diversos partidos políticos por participar activamente en estas labores y los invito a seguir trabajado de la misma manera. Estoy consciente que no soy el presidente que todos los partidos hubieran deseado tener, pero estoy convencido de que en conjunto podemos producir una mejor estructura institucional para el futuro de México.
Por demasiados años, México ha tenido su mirada fija en el pasado. Tenemos un pasado glorioso que constituye un fundamento inigualable como cimiento para un futuro excepcional, pero el pasado no nos da para comer. Tenemos que asimilar los profundos cambios mundiales y aceptarlos como un reto a vencer, como el desafío que debemos ganar.
Hoy vengo a proponer una transformación cabal de los criterios que han animado la estrategia de desarrollo del país en las últimas décadas. Como todo mundo puede constatar, existen avances extraordinarios y los mexicanos podemos estar orgullosos de innumerables logros en diversos ámbitos de nuestra vida productiva. Pero también es necesario reconocer que los rezagos son enormes y la dinámica del avance muy desigual. Sobre todo, es imperativo comprender que el gobierno ha sido incapaz de dirigir sus esfuerzos de una manera constructiva para crear las condiciones propicias para el desarrollo. Mi propuesta busca, en primer lugar, una nueva manera de enfocar los esfuerzos del propio gobierno.
Propongo concentrar los esfuerzos en tres áreas. Primero, garantizar la seguridad de la ciudadanía. Segundo, eliminar todas las trabas que hoy hacen difícil, cuando no imposible, del desarrollo de las empresas y la creación de empleos. Tercero, negociar con el Congreso una nueva estructura institucional para fortalecer la capacidad del gobierno de ejercer sus funciones y del poder legislativo de servir de contrapeso como le corresponde.
Por lo que toca a la seguridad, iniciamos esta administración con operativos diseñados para minar las bases de poder regional de los grupos criminales; hemos avanzado hacia el fortalecimiento de las policías federales y estamos trabajando con los gobiernos de los estados para diseñar conjuntamente la mejor forma de erradicar el tráfico y el consumo de drogas, así como mejorar la capacidad del gobierno federal para enfrentar la criminalidad.
Me comprometo frente a la nación a que el mandato de las policías y de todas las fuerzas públicas se ejerza sin abusos o conductas fuera de la ley como la tortura. Como he dicho muchas veces, esta lucha no se gana en un día, pero el gobierno reconoce su responsabilidad esencial como garante de la seguridad pública y del cumplimiento de la ley para beneficio de la ciudadanía. Reconozco que la criminalidad es el peor enemigo de la paz social y del desarrollo económico y por eso me comprometo a seguir por este camino.
En materia económica, el gobierno ha incumplido su compromiso social. Bajo el supuesto de cuidar el empleo o proteger la planta productiva, por años el gobierno ha creado y tolerado, cuando no alentado, que se erijan toda clase de obstáculos al desarrollo económico, privilegiando a empresas abusivas o monopólicas, paraestatales corruptas, sindicatos mafiosos e intereses inconfesables. Mi gobierno reconoce que esta manera de proceder dificulta el desarrollo de las empresas, mina la creación de empleos y, con ello, reduce la tasa de crecimiento.
A partir de hoy, todos los esfuerzos gubernamentales se enfocarán hacia la planta productiva del futuro. Esta decisión entraña importantes consecuencias de política pública. En materia fiscal, nos enfocaremos menos a elevar la recaudación que a revisar con detalle todas las distorsiones provocadas por la actual estructura fiscal. El objetivo será igualar las condiciones de acceso a la economía sin privilegiar actividad alguna. En materia de regulación, el objetivo será propiciar la competencia y eliminar privilegios.
En el ámbito educativo, todos los programas se enfocarán al fortalecimiento de las capacidades individuales a fin de todos los mexicanos del futuro puedan enfrentar exitosamente los retos de una economía global donde cada persona compite con sus pares en el resto del mundo. Por lo que toca al sector público, iniciamos hoy una revisión cabal del gasto con base cero, es decir, revisaremos cada rubro del gasto y todo lo que no se justifique será eliminado. Cuando hayamos logrado este proceso, podremos regresar ante esta soberanía con la frente en alto para solicitar cambios en la estructura de gasto y recaudación fiscal, pero no antes. Finalmente, emprenderemos un agresivo programa de construcción de infraestructura para atraer inversión, reducir las desigualdades regionales y promover el crecimiento económico.
Las negociaciones para una reforma institucional o del Estado han avanzado paulatinamente. Se trata de un ambicioso proyecto que persigue adecuar nuestras estructuras políticas a la competencia electoral y la división real de poderes que hoy caracteriza al país. Cuentan ustedes, señores legisladores, con mi compromiso de trabajo para que lleguemos a buen puerto en esta materia.
El mundo cambia con celeridad y nosotros tenemos que hacerlo también. Una y otra vez en el pasado, el país ha demostrado excepcional capacidad para transformarse y enfrentar sus retos. Podemos y debemos construir un futuro mejor. Invito a todos ustedes, señores legisladores, y a cada ciudadano en lo individual, a sumarse a esta nueva visión del futuro.
Podemos hacerlo. México es más importante que nuestros prejuicios.
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