El optimismo en el ojo ajeno

Migración

Opinión. Dos visiones sobre una misma encuesta. En días recientes, el Centro de Investigación para el Desarrollo, A. C. dio a conocer los resultados de una encuesta levantada de manera conjunta con la empresa encuestadora Zogby International. Realizada simultáneamente en México y Estados Unidos, en ella se inquiere a los pueblos de ambos países sobre diversos aspectos derivados de la vecindad. El estudio aborda los temas de la agenda bilateral, pero deliberadamente pone énfasis en otra vertiente: una más humana, donde se exploran identidades, valores, cultura y, sobre todo, las percepciones que tenemos sobre nuestra contraparte en el otro lado de la frontera. En CIDAC, la encuesta sobre percepciones entre México y Estados Unidos suscitó dos lecturas distintas

El optimismo fue una doctrina de pensamiento impulsada por el filósofo alemán Wilhelm Leibniz, quien aseguraba que los seres humanos vivimos en el mejor de los mundos posibles. En muchas ocasiones, el mundo exterior no ofrece razones para apuntalar nuestros mejores deseos. Sin embargo, como en la caja de Pandora, detrás de los cielos nublados y las sombras de malos augurios se esconden las semillas de la esperanza.

La encuesta CIDAC-Zogby dibuja un retrato de percepciones mutuas entre mexicanos y estadounidenses. Por medio de 50 preguntas, los ciudadanos de cada país pintaron el retrato de su vecino. La imagen está llena de claroscuros. La relación entre ambos pueblos presenta grandes desafíos, pero también abre grandes ventanas de oportunidad. En los siguientes párrafos nos pondremos los anteojos optimistas del filósofo Leibniz para identificar las áreas donde se pueden ampliar los puentes de cooperación entre ambos países.

La generación de Samuel Huntington

En el año 2004, el influyente politólogo Samuel Huntington publicó en Estados Unidos el libro ¿Quiénes somos? (Who Are We?). En uno de los capítulos más controvertidos del texto, el profesor de Harvard señaló que la migración mexicana representa una amenaza para el modo de vida norteamericano. Los prejuicios y falacias argumentales del libro han sido ampliamente criticados en otros espacios (véase Andrew Hacker, en New York Review of Books, 24 de junio de 2004; Louis Menand en el New Yorker, 17 de mayo de 2004). Aquí queremos resaltar que las opiniones del académico de 78 años sobre la migración mexicana son un rasgo característico de los estadounidenses de su generación.

La encuesta CIDAC-Zogby nos demuestra que existe una percepción muy distinta sobre la migración entre los norteamericanos jóvenes y los de edad avanzada. Un 39 por ciento de los norteamericanos entre 18 y 29 años de edad apoyarían a un congresista que promoviera leyes migratorias más abiertas, mientras que para los mayores de 65 años este apoyo desciende hasta el 22 por ciento. Los jóvenes norteamericanos también tienen mejor disposición que sus abuelos para negociar acuerdos de cooperación con México que involucren políticas migratorias más flexibles y paquetes de ayuda financiera. Asimismo, la población joven de Estados Unidos es el grupo demográfico que ha obtenido mayores beneficios del TLCAN. Las nuevas generaciones de estadounidenses perciben que su país se beneficia de los flujos migratorios y comerciales con México.

Menos muros y más escuelas: el mejor antídoto contra la migración ilegal

A pesar de las serias deficiencias del sistema educativo en nuestro país, los mexicanos percibimos a la educación como una escalera de ascenso social. A mayor nivel educativo, nuestros compatriotas demuestran una menor voluntad para emigrar a Estados Unidos. Más de la mitad de los mexicanos (53 por ciento) con educación primaria percibe que sus condiciones de vida mejorarán si emigran ilegalmente a Estados Unidos. Sin embargo esta percepción disminuye a menos de la mitad con estudios de secundaria (47 por ciento) y menos de una tercera parte (31 por ciento) con educación preparatoria. Uno de cada cuatro mexicanos con estudios universitarios considera que sus perspectivas mejorarían si cruza sin papeles la frontera.

¿Mexicanos flojos? Sólo en las caricaturas

Uno de los estereotipos más denigrantes que hay sobre nosotros, los mexicanos, es la imagen de un tipo con sombrero dormitando a la sombra de un cacto. La encuesta CIDAC-Zogby nos demuestra que esta injusta caricatura no corresponde con la percepción de nuestros vecinos. Casi 8 de cada 10 norteamericanos perciben a los mexicanos como extremadamente o muy trabajadores. Esta percepción favorable sobre nuestra capacidad de trabajo se refleja en que un 67 por ciento de los estadounidenses considera que los migrantes mexicanos tienen una aportación positiva a la economía de su país.

Nuestros vecinos no quieren el “sellamiento” de la frontera, pero tampoco se muestran satisfechos con el actual estado de cosas. Un 69 por ciento de los estadounidenses se manifiesta contra la construcción de un muro en la frontera, pero un 61 por ciento preferiría que su representante en el Congreso apoyara normas migratorias más estrictivas.

Esta actitud abre un margen de negociación para reformar el marco legal del mercado laboral norteamericano. Nosotros tenemos una sobreoferta de mano de obra, ellos tienen una demanda insatisfecha de empleo. Una eventual reforma migratoria tendrá que darle un marco legal a estas dos fuerzas que determinan los flujos migratorios hacia el norte de la frontera.

Vecinos demócratas

Una de las democracias representativas más antiguas del planeta comparte una vasta frontera con una de las democracias más jóvenes. Aquí todavía estamos en la discusión de la transición democrática, allá llevan más de dos siglos con gobiernos electos por el pueblo y limitados por la ley. La diferencia de edades de ambas democracias no produjo divergencias profundas en las percepciones de ambos países sobre esta forma de gobierno. Un 62 por ciento de mexicanos y una proporción idéntica de estadounidenses prefiere una democracia sobre un gobierno efectivo. La división de poderes y los límites a la autoridad frente a los derechos del ciudadano hacen que los gobiernos democráticos sean menos eficientes que una dictadura. Esa falta de eficiencia en las capacidades de la autoridad se refleja en una mayor libertad para las personas. A pesar de la brecha en las percepciones mutuas, ambos vecinos preferimos proteger los derechos individuales a costa de tener gobiernos menos eficientes.

Los vecinos distantes buscan hablar el mismo idioma

Existe una asimetría gigantesca entre las dos economías, una brecha cultural que divide ambos pueblos y frecuentes desacuerdos entre nuestros gobiernos. Sin embargo, la intensidad de los flujos migratorios abre puentes entre las dos naciones. El idioma, la base de comunicación entre las personas, abre oportunidades de acercamiento. Una gran mayoría de ellos (78 por ciento) quiere que sus hijos aprendan español sobre cualquier otro idioma. Nosotros correspondemos a nuestro vecino, aún con mayor interés: 88 por ciento de los mexicanos queremos que nuestros hijos dominen la lengua de Shakespeare antes que otros idiomas de Europa o Asia. Dos personas o dos naciones que quieren hablar, también quieren alcanzar un mejor entendimiento mutuo. Esta es precisamente la intención de preguntarnos: cómo nos miran y cómo los miramos.

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