El Partido Verde y la cínica realidad mexicana

PVEM

En su sesión del pasado 22 de febrero, la Comisión de Quejas y Denuncias del Instituto Nacional Electoral (INE) ordenó la suspensión de dos anuncios del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), en atención a la queja interpuesta por PRD, PT, Encuentro Social, y un representante del PAN. Dando continuidad a la tónica de las últimas semanas, este anuncio se encontró con nuevos desafíos de miembros del Partido Verde, amagando con llevar una vez más la discusión al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y afirmando que sus promocionales continuarán en cines, alegando imposibilidad de retirarlos súbitamente. Este estira y afloja entre el partido y la autoridad se da a la par de la publicación de nuevas encuestas que colocan al Verde con una preferencia electoral de hasta 13 por ciento rumbo a los comicios del 7 de junio, lo que por primera vez plantea con seriedad un escenario en el que, de mantener su crecimiento, el PVEM estaría compitiendo ya no por conservar su registro como lo ha hecho en buena parte de su historia, sino por ser la tercera fuerza electoral del país. Más allá de las reacciones que ven la popularidad y tácticas del Verde con enojo o preocupación por las características del partido, vale la pena entenderlo como un fenómeno que es posible precisamente por las condiciones actuales de nuestro sistema político. Es decir, el éxito – y forma de conducirse-  del PVEM no es un accidente, es la consecuencia lógica del rumbo que ha tomado nuestra incipiente democracia.
El primer aspecto que es preciso comprender sobre esta agrupación política proviene de su diseño, puesto que al haber surgido como una especie de empresa familiar -tanto en el sentido de “proyecto” como de “negocio”- su lógica es bastante simple: mantenerse en el terreno de juego, con un valor que lo haga suficientemente atractivo para negociar alianzas, votos y curules, y así continuar recibiendo financiamiento público para repetir la fórmula. En este sentido, para el Partido Verde el gasto millonario en publicidad para radio, televisión y cine es más que eso: se trata de una inversión perfectamente razonada y calculada.
De la mano con lo anterior, su oferta política cumple a cabalidad la función de apelar a un sector de la población desencantado de la política; poco informado, pero dispuesto a dar su voto por una idea con la que se identifique. Así, ha presentado siempre un programa político del que cada milímetro está desarrollado a partir de lo que dictan las encuestas, generando propuestas simples de comprender, y sobre todo, de recordar. Así, el hecho de que estas pudieran ser contraproducentes como política pública, engañosas, inconexas o sin sustento en visión o ideología alguna, es irrelevante. Lo que el Verde ofrece cumple dentro del modelo que tiene el partido, más ante lo dramático de la crisis de credibilidad y, en ese sentido, su lógica de negocios, aunque lamentable para un partido político, es impecable.
Un tercer aspecto que le ha permitido al Partido Verde sobrevivir en el sistema político mexicano ha sido su capacidad de establecer alianzas. Éstas se han manifestado no sólo en lo electoral, sino crucialmente en vínculos con sectores empresariales (como ha sido en la integración de la “telebancada”) y protección del partido en el poder que le ha garantizado impunidad a sus estrategias. Sin embargo, ante las condiciones actuales cabe ya cuestionar la inamovilidad de su vínculo con el PRI. ¿Qué le impediría al PVEM, dado el caso, acercarse a un mejor postor? Basta recordar que el Verde apoyó en 1988 la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas y fue parte de la alianza que logró la transición política en el año 2000. Por otro lado, dados estos escenarios de crecimiento, ¿estaría el PVEM obligado a cambiar o, al menos, a adaptar su cuidado modelo? Hasta ahora el tamaño de sus triunfos – y de sus ambiciones- ha sido bastante cómodo para la familia que lo preside. Sin embargo, controlar grupos más amplios y desarrollar una estructura duradera es mucho más complicado. ¿Le interesa al Verde complicar su situación?
Dadas las características del PVEM no es de extrañar que su éxito actual sea percibido con preocupación y hasta alarma. Sin embargo, más importante que considerar al crecimiento del Verde como amenaza a nuestra democracia, es aceptar que se trata de un resultado directo del modelo de control y limitado acceso que imposibilita la competencia real e incentiva este tipo de dinámicas que premian el cinismo. Se ha dejado macerar un estatus con las condiciones idóneas para que una estructura como la del Verde sea exitosa.
Así como el liderazgo (en realidad los dueños) del Partido Verde tiene que considerar sus opciones futuras, el caso ejemplifica los retos que tiene el conjunto del sistema político mexicano: cuánto se puede estirar la liga antes de que se rompa.

La reproducción total de este contenido no está permitida sin autorización previa de CIDAC. Para su reproducción parcial se requiere agregar el link a la publicación en cidac.org. Todas las imágenes, gráficos y videos pueden retomarse con el crédito correspondiente, sin modificaciones y con un link a la publicación original en cidac.org

Comentarios

CIDAC

CIDAC

Think tank independiente, sin fines de lucro, dedicado al estudio e interpretación de la realidad mexicana y presentación de propuestas para cambiar a México