Elecciones 2016 y la consolidación del “antipartidismo”

El próximo cinco de junio habrá elecciones en trece entidades del país en las que se elegirán 12 gobernadores, 388 diputados locales y 548 ayuntamientos. Los aspirantes a los distintos puestos han comenzado a trazar la ruta del debate electoral de cara al 5 de junio. Las campañas electorales de este año han reafirmado la temática central que ya había iniciado en 2015: una hartazgo generalizado hacia el sistema de partidos tradicional, el cual se ha expresado mediante la proliferación de candidaturas independientes y el aumento de la presencia del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) como fuerza en distintas entidades. En este sentido, la siguiente elección determinará dos aspectos cruciales para el panorama político electoral del país hacia 2018. En primer lugar, se definirá si las alternativas electorales enmarcadas en el discurso “antipartidista” lograrán consolidarse como una opción viable. En segundo lugar, los resultados de las elecciones fijarán el tablero político y la fuerza relativa de los partidos políticos de cara a las elecciones de 2018.

Las elecciones del hartazgo ciudadano

Hoy en día, se percibe un elevado hartazgo de la ciudadanía ante la corrupción y la falta de representatividad de los partidos políticos – únicamente 32% de la población dice sentirse cerana a algún partido político según la última encuesta de Latinobarómetro. Las elecciones de 2015 demostraron cómo los escándalos de corrupción y las acusaciones de manejo opaco de los recursos de los gobernadores representan ejes cada vez más efectivos para aglutinar el voto del electorado. Los triunfos de Claudia Pavlovich y Jaime Rodríguez “El Bronco” en Sonora y Nuevo León, tuvieron lugar gracias a su capacidad de capitalizar un gran número de votos al prometer indagar las sospechas de enriquecimiento ilícito y desvío de fondos de los gobernadores salientes. En este sentido, las opciones, tanto partidistas como independientes que lograron articular un discurso en torno al hartazgo con el sistema político actual y contra la corrupción gubernamental, se posicionaron como alternativas atractivas para el electorado. Los candidatos que abracen una bandera similar durante este año tendrán el reto de cumplir estas promesas de campaña y fungirán como referente de otras candidaturas similares hacia el futuro. En este momento, el gobierno de “El Bronco” es el principal parámetro para medir la viabilidad de gobernadores independientes.

La presencia de las opciones “antipartido” también ha ocasionado un reacomodo en el panorama electoral y, como demuestra el Anexo al final del texto, han transformado la competencia política a nivel estatal (Ver Anexo: Tablero electoral de cara al 5 de junio). Si bien tanto los independientes como Morena representan manifestaciones del hartazgo de la ciudadanía, cada una enfrenta sus propios desafíos. Las dos grandes incógnitas de las elecciones de 2016 tienen que ver, por un lado, con el papel que jugarán los candidatos independientes y, por otro lado, con la capacidad de Morena para afianzar triunfos a nivel estatal y, por ende, consolidar su fuerza como partido político más allá de la figura de López Obrador.

Los retos de los independientes

A diferencia de la elección de 2015 en dónde únicamente se registraron tres candidatos independientes para elecciones de gobernador, en este año treinta candidatos independientes buscarán alguna de las doce gubernaturas en disputa. Sin embargo, los candidatos independientes enfrentan dos obstáculos que podrían poner en duda su capacidad de posicionarse como una verdadera opción ajena al sistema de partidos actual. En primer lugar, deben sortear los requisitos para obtener su registro ante los institutos electorales locales, especialmente en aquellos estados que aprobaron las llamadas “leyes anti-bronco”. Los estados de Puebla y Quintana Roo requieren contar con un mínimo de firmas de apoyo equivalentes al 3% de la lista nominal de electores o del padrón electoral, recolectadas en menos de 30 y 19 días, respectivamente. Además, algunos estados establecieron candados para evitar que ex-militantes partidistas puedan contender por la vía independiente. Por ejemplo, Veracruz requiere que los candidatos no hayan sido parte de algún partido por lo menos dos años antes de la elección, mientras que Durango, Chihuahua y Quintana Roo extienden este periodo a tres años.

Más allá de las trabas reglamentarias y el cumplimiento con los requisitos de cada entidad, el verdadero desafío de los independientes está en que realmente sean capaces de representar una opción que desplace y desafíe al sistema de partidos. Estos candidatos deben demostrar su capacidad para efectivamente cumplir sus promesas de campaña a la par de encabezar gobiernos eficaces. Los independientes tienen que gobernar sin la estructura y el respaldo de un partido. Es decir, este tipo de gobernadores deben de poder trabajar con las distintas fuerzas políticas locales, formar coaliciones dentro del Congreso local que permitan aprobar su agenda legislativa y aterrizar las promesas electorales en política pública. De lo contrario, el apoyo ciudadano inicial puede disminuir considerablemente y puede poner en duda la viabilidad del proyecto de gobierno de un independiente. El caso de “El Bronco” en Nuevo León ilustra cómo su incapacidad de cumplir con promesas de campaña referentes a investigar y sancionar los supuestos delitos del exgobernador, Rodrigo Medina, en menos de 100 días, ha deteriorado su popularidad entre los neoleoneses y ha minado la fortaleza de su gobierno.

Adicionalmente, el efecto disruptivo de los independientes y su capacidad para restarle votos a los partidos – tanto de izquierda como de derecha – los convierte en una figura atractiva para que los propios partidos traten de aprovecharse de esta figura para introducir candidatos “independientes” que, en realidad, únicamente tengan como propósito restarle votos a sus contrincantes. Este riesgo es latente si consideramos que más de la mitad de los candidatos independientes a gobernador, han militado en algún partido político o han ocupado algún cargo público. De los 30 candidatos independientes en el proceso electoral actual, únicamente 9 provienen exclusivamente del sector privado, y 3 de la sociedad civil o academia. El resto tiene una carrera política previa. Así, además de los retos institucionales y de gobierno, la figura de candidatos independientes también corre el riesgo de desgastarse si algunos se prestan a ser utilizados para fragmentar la votación para beneficiar a un partido en específico.

La prueba de fuego para Morena

Morena, el partido de López Obrador, tiene un mensaje enmarcado en el discurso independiente y al margen del sistema de partidos y apunta a capitalizar votos contraponiéndose al discurso de los gobiernos del PAN, PRI y PRD, así como denunciando presuntos abusos de poder y corrupción. Así, busca diferenciarse de los otros partidos para conseguir apoyo entre aquel sector del electorado que se encuentra indignado ante el sistema partidista actual. Las elecciones de 2016 serán una muestra clara de la dimensión que puede alcanzar este joven partido. Si bien en las elecciones de 2015 Morena logró posicionarse como la cuarta fuerza con más de 3 millones de votos y triunfos importantes, principalmente en el Distrito Federal, Estado de México y Veracruz, el desafío actual está en consolidar apoyo en otras entidades. El papel de Morena en estados como Oaxaca, Puebla, Veracruz, Tlaxcala y Quintana Roo estará enfocado en obtener un porcentaje significativo de votos –que si bien pueden no ser suficientes para otorgarle la gubernatura- que dejarían al partido con una fuerza importante en los Congresos locales. La elección de Zacatecas será de particular interés para este partido gracias al desgaste del gobernador priista y al complicado proceso de designación de candidato de la alianza PAN-PRD. Ambos factores pueden favorecer la candidatura de David Monreal, quien le daría a Morena su primera gubernatura. En este sentido, si el partido logra afianzar esta victoria, significaría la consolidación de su fuerza a nivel nacional más allá de sus bastiones tradicionales en el centro del país y lo posicionaría como una opción cada vez más sólida en 2018.

Conclusión

Mientras que la elección de 2015 fue la expresión sintomática del desgaste actual de nuestro sistema de partidos, la contienda electoral de 2016 definirá si la opción “independiente” logra consolidarse. Por un lado, los candidatos independientes tendrán que demostrar que pueden cambiar la dinámica clientelar donde los candidatos se acercan a las necesidades ciudadanas solo mientras están en campaña y quieren el voto. Por a otra, las candidaturas independientes deberán afianzar la viabilidad de sus agendas de gobierno y la posibilidad real de cumplir sus promesas de campaña para sancionar a los gobiernos salientes.

En lo que respecta a Morena, este tendrá el reto de encontrar el equilibrio de su discurso “antipartidista” e independiente con el hecho de que al estar constituido como un partido es parte del sistema. Asimismo, está ante el reto de consolidar su agenda e imagen más allá de la figura de López Obrador.

Anexo: TAnexo: Tablero electoral de cara al 5 de junio

Autores: Carlos De la Rosa, Ximena López, Mireya Moreno, Jorge Ramírez y Rafael Vega
Coordinadora: Mariana Meza
Editora: Lorena Becerra

 

La reproducción total de este contenido no está permitida sin autorización previa de CIDAC. Para su reproducción parcial se requiere agregar el link a la publicación en cidac.org. Todas las imágenes, gráficos y videos pueden retomarse con el crédito correspondiente, sin modificaciones y con un link a la publicación original en cidac.org

Comentarios

CIDAC

CIDAC

Think tank independiente, sin fines de lucro, dedicado al estudio e interpretación de la realidad mexicana y presentación de propuestas para cambiar a México