Harry Potter y el caso fiscal

Finanzas Públicas

En el castillo de Hogwarts, la escuela de magia donde Harry Potter aprende su oficio, hay 142 escaleras distintas para subir y bajar entre los varios niveles del edificio. El problema radica en que las escaleras se mueven de un piso a otro, según los días de la semana. Los escalones que el martes te llevaron al segundo nivel, el viernes te pueden dirigir al sótano. Las puertas y paredes del castillo también tienen su embrujo. Hay puertas que sólo te dejan pasar si les haces cosquillas y muros de roca sólida que abren pasadizos secretos si pronuncias el hechizo adecuado.

El castillo de Hogwarts me recuerda a las leyes fiscales mexicanas. Las normas tributarias dicen hoy una cosa y el jueves otra. Si tienes un buen contador o abogado fiscalista, que conozca las palabras mágicas, las normas tributarias ofrecen senderos ocultos para disminuir la carga del gravamen.

El Impuesto Sobre la Renta (ISR) es el centro del embrollo fiscal. El ISR es la primera fuente de ingresos tributarios del gobierno federal. Cerca de 20 centavos de cada peso de gasto público provienen de este impuesto. El ISR tiene un problema: la ley que lo regula fue escrita con las patas y sobre las rodillas. La legislación se publicó el 1o. de enero de 2002 y tres semanas después ya tenía su primera fe de erratas. En su redacción original se citaban artículos de forma equivocada y se hacían referencias a secciones de la ley que no existían. El texto de la legislación se contradecía a sí mismo: el artículo 10 establecía que durante el 2002 la tasa de ISR sería del 32 por ciento, pero más adelante se leía que para ese año la tasa sería de 35 por ciento (artículo segundo transitorio). Las cosas se ponen aun más difíciles si consideramos que es una ley en cambio permanente, sujeta a constantes borrones y reescrituras. Desde que se promulgó, la legislación del ISR ha tenido 13 reformas. En promedio ha sido enmendada una vez cada cinco meses.

El colmo del caos tributario son las llamadas “misceláneas fiscales”. En estas normas secundarias, Hacienda hace su propia interpretación sobre lo que el Congreso quiso decir en la ley. Con las misceláneas, el Poder Ejecutivo realiza de facto la función legislativa de escribir las normas que rigen la relación entre los contribuyentes y el fisco. Las misceláneas aparecen en cualquier momento del año y sin previo aviso para cambiar las reglas del pacto tributario. Toda una industria de la complejidad fiscal se dedica a rastrear la mutación de las normas tributarias.

¿Hay manera de reconstruir la escuela de Hogwarts para que las escaleras se queden quietas de lunes a domingo? ¿Cómo acabar con la red de pasillos escondidos tras los muros del castillo? La mejor manera de renovar un edificio es demolerlo. La propuesta de reforma fiscal del Poder Ejecutivo busca reconstruir la arquitectura tributaria de nuestro país. En lugar de parchar otra vez la Ley de ISR, el gobierno de Felipe Calderón ha propuesto la creación de la Contribución Empresarial de Tasa única (CETU), un impuesto paralelo más sencillo de recaudar.

En materia de leyes fiscales la brevedad es señal de claridad y virtud. La Ley del ISR tiene 305 páginas y 228 artículos, en contraste la iniciativa de la CETU tiene 31 páginas y 22 artículos (más diez transitorios). Mientras más rollo tiene una norma tributaria resulta más difícil de calcular y cobrar. Entre tantos párrafos y palabras se esconden lagunas y contradicciones para eludir responsabilidades tributarias.

Si se aprueba la CETU, ambos impuestos funcionarían al mismo tiempo, pero las empresas sólo pagarían el más elevado. La estrategia predecible sería que en unos años el ISR fuera eliminado del mapa y remplazado completamente por la CETU. Al proponer un impuesto paralelo, el Ejecutivo reconoce tácitamente que la Ley del ISR es un entuerto difícil de corregir.

La semana pasada en este mismo espacio se criticó a la CETU por cancelar deducciones fiscales para asociaciones civiles. Siete días después se defiende la propuesta fiscal del Ejecutivo. El autor no sufre de esquizofrenia. El Congreso tiene la oportunidad de resolver los claroscuros de una reforma cardinal para el destino de México.

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