Estas vacaciones de diciembre cientos de mexicanos que residen en Estados Unidos vinieron a México, pero no lo hicieron solos, lo hicieron en caravana, un camioneta tras otra. La razón: la percepción de inseguridad.
En México las cifras oficiales sobre inseguridad nos dicen poco. Las razones son muchas y van desde la no-denuncia hasta la falta de capacidad de los estados para registrar los delitos de tal forma que se puedan hacer comparaciones en el tiempo. Si bien es importante medir y tenemos que seguir trabajando para tener cifras confiables, no necesitamos estos números para ver cómo ha cambiado, en relativamente poco tiempo, la percepción de (in)seguridad y, con esto, los hábitos, las rutinas y los patrones de consumo.
La Encuesta Nacional de Inseguridad (ENSI) es probablemente la mejor fuente para ver cómo ha cambiado nuestras vidas como resultado del crimen y la violencia. En el año 2010, 52% dijo haber dejado de usar joyas, el 51% ya no permitió a sus hijos menores salir, 44% dejó de salir de noche, 25% dejó de tomar un taxi, 21% dejó de salir a comer o cenar y 19% dejó de ir al estadio. Y así como el gasto en algunos rubros se redujo, en otros se incrementó. Quizás no fueron al estadio pero gastaron en blindajes, bardas y cerraduras.
El cómo nos transportamos también ha sufrido cambios importantes. Aún cuando la renta de un avión privado por hora supera los mil dólares, de 2010 a 2011 el número de pasajeros de vuelos privados a McAllen y a la Isla del Padre, ambos en el estado de Texas, aumentaron en 63% y 70% respectivamente. Aeroméxico abrió en el verano de 2011 una nueva ruta Monterrey-Brownsville y Aeromar una ruta entre Ciudad Victoria y Reynosa.
La vivienda es otro sector donde vemos distorsiones. En Chihuahua hay personas que dieron el enganche para su departamento y hoy esos departamentos están abandonados, mientras que, cruzando la frontera hay zonas residenciales donde el precio de las casas va a la alza debido al número de familias mexicanas que se están mudando. En tiempos de crisis hay quienes incluso sugieren que hay centros comerciales en Estados Unidos cuya única razón de ser son los mexicanos recién desempacados.
Independientemente de las estadísticas, las personas van a actuar siempre en función de qué tan seguros o inseguros se sienten. Y son estas actitudes las que van a modificar el cómo vivimos y qué consumimos. Bajo esta óptica no podría ser más relevante el estudio que dará a conocer la próxima semana el Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC) titulado 8 Delitos Primero: Índice Delictivo CIDAC. El estudio encuentra que, de los 33 delitos que componen el catálogo del fuero común, solamente unos cuantos impactan la percepción y la conducta. Y estos, además, la afectan de manera diferenciada.
Si tenemos información sobre cuáles son los delitos que más afectan la percepción ¿estaríamos dispuestos a que estos sean atendidos antes? Esto implicaría preguntarles a los que viajan en caravana a qué le tienen miedo, por qué y atenderlo. Está en beneficio de empresas y consumidores que podamos tener un sistema de justicia que pueda priorizar. Finalmente todos extrañamos vivir sin miedo.
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