Juicios orales en México

Justicia

El día de hoy en el Polyforum Sequeiros inicia un Foro Internacional sobre Juicios Orales. El debate sobre la pertinencia y factibilidad de establecer un sistema de juicios orales ha ido ganando presencia cuando se trata de encontrar algunos elementos para mejorar nuestro sistema de justicia.

La oralidad no es ajena a nuestro sistema procesal. Nuestro sistema constitucional y legal establecen los principios de oralidad, publicidad, inmediación (presencia del juez en las audiencias) y concentración (que se desarrolle el proceso en la menor cantidad de audiencias posibles); sin embargo, leyes secundarias equivocadas, la gran carga de trabajo de los tribunales y las inercias entre funcionarios y litigantes han revertido estos principios en la práctica. Hoy por hoy nuestro sistema es escrito, el gran ausente del proceso es el juez, quien delega sus funciones en sus subordinados y el proceso es discontinuo, es decir, proliferan las suspensiones, cancelaciones y postergaciones de las audiencias.

En México se ha dado la misión imposible a las autoridades e instancias judiciales de agotar todas las fases en todos los procesos, dejando constancia escrita de las audiencias. Para corresponder a la carga de trabajo deben de tramitarse simultáneamente 15 o 20 casos al mismo tiempo. Esto hace imposible que el juez presida y supervise todos los casos. Ante esta imposibilidad, se ha legitimado que sean los subordinados del juez los que tramiten el proceso, reciban pruebas, testimonios, evidencia, realicen los careos. Al final el juez, en su despacho tendrá que leer selectivamente el extenso expediente y analizar el proyecto de sentencia que le proponen sus auxiliares. Esto quita mucha calidad técnica y moral a las decisiones judiciales.

Esta congestión de las procuradurías y juzgados es la que hace impensable para algunos que se pueda atender el mandato constitucional de una justicia cercana y accesible. Además, la preparación del juicio oral demanda un gran esfuerzo de los abogados. Realizar oralmente los aproximadamente 250 mil procesos que se inician en México cada año colapsaría el sistema, no habría salas de audiencias, no abogados defensores, ni jueces suficientes.

¿Cómo hacen entonces países como Estados Unidos, Alemania, España, Chile o, entre nosotros estados como Nuevo León que tienen previsto la realización de juicios orales? ¿Multiplican su presupuesto? ¿Cuadruplican sus funcionarios judiciales? No, en un sistema como éstos, sólo unos cuantos casos llegan a juicio oral. Por ejemplo, en Chile, sólo entre 5% y 7% de los procesos llegan a juicio oral y En Nuevo León apenas se han registrado 4 juicios orales. En esos sistemas la ley contempla otras modalidades de solución. Así, los casos pequeños y no violentos (que en México son más de la mitad, por ejemplo los derivados de accidentes de tránsito) se pueden resolver con un acuerdo reparatorio de los daños causados a la víctima y el pago de una multa o sanciones como servicios en servicio de la comunidad; en casos más complicados en los que el acusado considere que hay suficientes evidencias en su contra que lo hace suponer que será condenado, pueden optar por un juicio abreviado a cambio de recibir una sanción menor. El juicio oral es así, un referente del sistema, que hace que se racionalice el uso del proceso penal y la prisión realmente como últimos recursos.

En la práctica ha dado buenos resultados. En los sistemas que han logrado descongestionar sus instituciones y abrir paso a los juicios orales se logra concluir satisfactoriamente al menos 80% de los asuntos ingresados (en México la efectividad es de 20%), dando a cada tipo de ilícito la atención más adecuada, con un uso racional y eficiente de los siempre escasos recursos de la justicia. En estos sistemas, debido a la publicidad y transparencia de los procesos y a la efectividad de los resultados del sistema, los ciudadanos han comenzado a tener más confianza en la justicia.

Los días 16 y 17 de mayo en este foro, académicos, funcionarios y ciudadanos de diversos países compartirán experiencias sobre los desafíos y potencialidades de la instauración de un sistema de juicios orales. Será muy trascendente la información que de este evento se pueda obtener como una aportación al prometedor debate académico y ciudadano que está pugnando por una mejor justicia, que es la demanda y la legítima aspiración de los mexicanos.

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