Lo que viene

Opinión Pública

“DESPUÉS DEL VENDAVAL VIENE LA CALMA”, reza un dicho popular. Y la calma en este caso podría ser corta: luego de un año de enorme efervescencia político-legislativa, la calma crea una oportunidad excepcional, quizá única, para avanzar la agenda gubernamental no en el terreno abstracto y en ocasiones etéreo de la política, sino en el concreto de la realidad cotidiana, ahí donde de verdad duele. Hasta ahora, por contencioso que haya sido el proceso de reforma, todo se ha constreñido a lo ideológico. Ahora comienza la lucha de intereses.

Innegable el éxito del gobierno en avanzar su plataforma legislativa en la dimensión constitucional. En el proceso, Enrique Peña Nieto mostró solidez, prudencia, flexibilidad y una impresionante disciplina. Desde su concepción, plasmada en el Pacto por México, la estrategia probó ser implacable y Peña Nieto no la siguió de manera dogmática sino que, como muestra el contraste entre la reforma fiscal y la de energía, se fue adaptando en el camino en aras de lograr su objetivo medular. El aplauso que se ha llevado en la prensa mundial no es gratuito.

Lo paradójico del momento es el contraste entre ese aplauso optimista y el pesimismo, o al menos escepticismo, que reina al interior del país. La explicación es simple: los mexicanos saben que la letra de la ley no tiene mucho que ver con la realidad cotidiana. En consecuencia, más que pesimismo, lo que hay en México es incredulidad: hasta no ver no creer. Y, en México, ver quiere decir implementar.

En comparación con sociedades altamente institucionalizadas, en México una buena operación política (algo inusual en las últimas décadas, razón por la cual destacan tanto los logros del año pasado), permite llevar a cabo grandes reformas. La velocidad con la que fue ratificada la reforma energética le hubiera dado un infarto colectivo a toda la sociedad danesa, donde una reforma constitucional puede dilatar hasta tres años y pocas son exitosas. De esta manera, en una sociedad poco institucionalizada como la mexicana, un buen liderazgo tiene la oportunidad de lograr transformaciones fundamentales, pero también de revertirlas, lo que alimenta el escepticismo.

En este contexto brilla de manera excepcional el TLC precisamente porque es lo único que no se ha cambiado en las últimas décadas. La apertura y liberalización han sido “moduladas”, muchos subsidios se han reintroducido y el gobierno actual se propone elevar – de manera consciente y pública – el gasto deficitario por primera vez desde la década de 1990. Estos vaivenes generan incertidumbre y cinismo entre la población porque implican el rompimiento de compromisos políticos. No así el TLC por sus anclas internacionales, exactamente lo que se buscaba lograr. Es crucial no ignorar estos factores, sobre todo por lo contencioso que puede llegar a ser la implementación de las reformas ya aprobadas.

En términos legislativos, el siguiente paso será el más trascendente. Mientras que una reforma constitucional es significativa en un sentido abstracto, la que establece las reglas del juego para los inversionistas reside en las leyes secundarias, asunto que se procesará este año en el Congreso. Para muchos analistas, ese proceso es meramente formal porque no requiere de alianzas legislativas con el PAN O PRD. Sin embargo, dada la naturaleza histórica del PRI – partido saturado de intereses particulares profundamente arraigados – la ausencia de los partidos de oposición implica carta blanca para que esos intereses actúen, directa o indirectamente, para acomodar la legislación a su conveniencia. En este sentido, el proceso será infinitamente más delicado y relevante este año. Los detalles que finalmente aparezcan en la legislación serán los que determinen su grado de éxito.

Parece probable que el gobierno había calculado que tenía que sacar su agenda legislativa en el primer año para poder comenzar a cosechar en los siguientes. Su calendario tiene una lógica electoral (lograr resultados excepcionales para el momento de las elecciones intermedias), lo que implica emplear todos sus recursos –como el gasto y sus proyectos de infraestructura – de una manera proactiva. Quizá con lo que no contaba es con la explosión de Michoacán y, potencialmente, con lo complejo que pudiera llegar a ser la ley secundaria de energía.

Nadie debería minimizar o subestimar lo difícil que será el manejo político en 2014 sobre todo porque, como dijo Mike Tyson, “un buen golpe puede frustrar hasta el más inteligente de los planes”.

“LOS MEXICANOS SABEN QUE LA LETRA DE LA LEY NO TIENE MUCHO QUE VER CON LA REALIDAD COTIDIANA. EN CONSECUENCIA, MÁS QUE PESIMISMO, LO QUE HAY EN MEXICO ES INCREDULIDAD”.

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Luis Rubio

Luis Rubio

Luis Rubio es Presidente de CIDAC. Rubio es un prolífico comentarista sobre temas internacionales y de economía y política, escribe una columna semanal en Reforma y es frecuente editorialista en The Washington Post, The Wall Street Journal y The Los Angeles Times.