Por primera vez en la historia democrática de nuestro país los mexicanos tendremos que elegir entre dos proyectos de país diferentes. La polarización en el discurso de los candidatos permea hacia el electorado, y ha abierto paso a una nación profundamente dividida en cuanto a sus preferencias. En un escenario de alta competencia electoral, donde se pronostica una final cerrada entre los dos punteros, el papel de los votantes indecisos y el análisis de los valores que determinan su decisión de voto, resultan fundamentales.
Las elecciones del 2 de julio 2006 son peculiares en muchos sentidos: la competencia electoral, la guerra sucia, la oferta política, el perfil de los candidatos, el poder de la opinión pública, entre otros aspectos, pero uno que debe destacarse es la polarización de la población en torno a dos candidatos y proyectos de nación divergentes.
La confrontación ideológica se da principalmente en el plano de la política social y el modelo de desarrollo. El discurso de López Obrador, apoyado en una propuesta nacionalista y subsidiaria, va dirigido hacia los pobres, los desposeídos y los que quedaron al margen del desarrollo. Calderón, por otro lado, representa los intereses de aquellos ciudadanos que privilegian la estabilidad económica y una estrategia globalizada que busca atraer inversión externa. Estas visiones contrapuestas exigen que los ciudadanos elijan una opción política con base en sus aspiraciones personales y sus propios valores como individuos.
Por ello, es fundamental analizar el perfil ideológico de los indecisos para averiguar, en la medida de lo posible, hacia donde se inclinan aquellos electores que podrían definir la contienda presidencial. Un breve examen a la Encuesta Mundial de Valores (WVS: 2000 y 2005) nos revela las preferencias del grueso de la población mexicana y esta será la aproximación metodológica para construir la ideología del votante indeciso, ya que al momento de decidir por una opción política los votantes se dividen en cuanto a valores sociales y orientaciones económicas: liberales o conservadores, pro mercado o pro Estado.
Dicho sondeo de opinión pública revela que el electorado de izquierda y centro-izquierda representa el 23% y en este segmento AMLO cuenta con el apoyo de 6 de cada 10 personas. Mientras que los electores de derecha y centro-derecha equivalen al 46% del espectro ideológico y aquí Calderón cuenta con el respaldo de casi la mitad de los votantes. Las diferencias ideológicas entre el electorado generan preferencia hacia el candidato que representa su respectivas orientaciones, los de izquierda respaldan con el candidato del PRD y los derecha con el del PAN. Pero es en el centro del espectro ideológico (31% de los votantes) donde realmente se encuentra la batalla por los votos, y en este segmento las preferencias son casi las mismas para ambos candidatos (42% para AMLO y 36% para Calderón).
Los votantes indecisos se atrincheran en este espacio de la dimensión ideológica con posiciones moderadas respecto al cambio social (59% de los mexicanos apoyan las reformas graduales), con la convicción de que la competencia es buena para incentivar el desarrollo de ideas y personas (60%) y donde la innovación es mejor que las ideas antiguas (41% vs. 35%).
El plano ideológico y de valores de los indecisos de centro, parecería acercarse más a la oferta de Calderón de “más mundo en México y más México en el mundo” (globalización); a su propuesta de fortaleza institucional e imperio de la ley (cambio gradual) y a su idea del “México ganador” (competitividad). el puntero que logre acercarse de manera más certera a las aspiraciones e inquietudes de este tipo de elector, aquel que logre desentrañar los valores con los que se identifica el votante indeciso, será el triunfador de los comicios presidenciales.
Sin embargo, es necesario todavía profundizar en el análisis de los rasgos de este sector de los ciudadanos que decidirán no sólo la victoria o la derrota de un candidato sino, aún más, el rumbo social y económico de México por las próximas tres décadas.
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