La maestría más popular del mundo es también la que suscita más controversia: la Maestría en Negocios o MBA, por sus siglas en inglés. Están los que la ven como un pase automático a sueldos de 100 mil dólares al año y la pertenencia a una élite global de consultores, directores y banqueros, y los que consideran que la época dorada del MBA ya pasó e incluso que estos programas son demasiado teóricos en su aproximación a lo que necesitan las empresas.
Analizar cómo nos va en la generación de egresados de los mejores programas de MBA del mundo ayuda a entender los retos que tenemos.
Empresas familiares. La mayor parte de las personas que estudian un MBA trabajan en multinacionales. El que haya muchas empresas familiares chicas y medianas donde el parentesco es la variable más importante puede ser un desincentivo para que haya más candidatos al MBA. Tener MBAs en estas empresas puede ser crucial para su subsistencia. Asimismo, exigir que los familiares que quieren trabajar en el negocio tengan una maestría de una universidad reconocida ayuda a generar un entorno más meritocrático.
Escuelas en México. Cada vez hay mejores escuelas de negocios en México. Los programas de MBA del IPADE, del EGADE de Monterrey y del ITAM son los mejores ejemplos. La vecindad con EU ha ayudado a las universidades a hacer alianzas e intercambios con programas en aquel país. Una de las desventajas de estudiar en México es perder la oportunidad de estar expuesto al funcionamiento del entorno de negocios en otros países. Los intercambios académicos ayudan a paliar esto.
Mal en el examen. Para ingresar a casi cualquier MBA del mundo es necesario presentar un examen estandarizado, el GMAT, que permite comparar a los candidatos con “la misma regla”. En México nos va muy mal en este tema, en parte por nuestra deficiente preparación en matemáticas y razonamiento analítico, y en parte porque subestimamos la dificultad del examen: pensamos que podemos prepararnos en semanas o días. Craso error.
Y mal en el proceso. Un buen resultado en el examen es necesario para ser tomado en cuenta por la universidad, pero lo que determina si el candidato es aceptado son sus ensayos, su currículum, sus cartas profesionales y su experiencia laboral y extracurricular. Pero en México estamos acostumbrados a no darle mucha importancia al “cómo nos vendemos”. No sabemos escribir currículums que identifiquen y midan logros o ensayos que reflejen nuestras habilidades académicas y liderazgo; nos gusta mandar cartas de recomendación de personas “importantes” que no dicen nada concreto sobre el candidato y omitimos experiencia extracurricular que refleje quiénes somos.
Desinformación. A la hora de escoger programas de MBA, el 90 por ciento de los mexicanos quiere ir a las mismas cinco escuelas sin considerar si tienen posibilidades reales, si estas les darán los conocimientos o la experiencia que necesitan o si podrán obtener ayuda financiera de ellas. Lo mismo ocurre con las becas y lo que se requiere para obtener financiamiento. Organizaciones como Fundación Beca, FUNED, Becas MOB, FINEM y FIDERH hacen grandes esfuerzos de difusión. No obstante, cada año se quedan recursos sin aprovecharse.
Mexicanos egresados de los mejores programas de negocios del mundo son un indicador no convencional que debemos seguir. Sobre todo porque resalta nuestros peores vicios, como son: memorizar versus razonar y hablar de cargos y contactos sociales versus de logros y resultados.
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