No todo lo que parece obvio es

Peña Nieto

Dice un viejo dicho que “cada vez que la historia se repite, el precio sube”. La gran pregunta de la política mexicana actual es si el PRI podrá regresar a la presidencia. A nadie le cabe la menor duda que, de realizarse los comicios el día de hoy, el PRI saldría victorioso. Pero en asuntos de elecciones cada segundo importa y nada está resuelto hasta que se cuenta el último voto, dentro de más de siete meses.
La contienda no ha comenzado pero los candidatos se van decantando y la competencia arrecia. En este momento ya son evidentes los candidatos tanto del PRI (Enrique Peña Nieto) como del PRD (Andrés Manuel López Obrador). Queda por definirse el candidato del PAN, partido gobernante, aunque Josefina Vázquez Mota lleva una ventaja tan grande que, en condiciones normales, parecería irremontable. La paradoja es que el partido en el gobierno desde el 2000 es el que menos vocación de poder tiene y menos capacidad de respuesta ha evidenciado.
El contexto es importante. El PRI perdió en 2000 en buena medida porque se conjuntaron tres circunstancias: el agotamiento del partido que gobernó a lo largo de setenta años por medio de un autoritarismo disfrazado; una situación económica y financiera estable (en contraste con años de crisis económicas); y la presencia de un candidato panista atractivo, carismático y deseoso de ganar. Lamentablemente la calidad del candidato Fox en nada se asemejó al pobre desempeño que exhibió como presidente. Justo cuando México requería un Mandela o un Adolfo Suárez, Fox optó por esquivar los temas relevantes, con lo que nunca se dio un verdadero cambio de régimen. Felipe Calderón se abocó al problema inmediato que atosigaba a la población, la seguridad, y nunca tuvo tiempo ni visión para comenzar a construir el país del futuro.
Once años después de la alternancia, el viejo sistema político –enclenque y sin funcionalidad- sigue ahí. Cambió la relación de poder, sobre todo con el “divorcio” del PRI y la presidencia, pero no se construyeron instituciones modernas para administrarlo. La sucesión del 2000 salió avante en no poca medida porque ganó el candidato políticamente correcto (y porque perdió el PRI), y no porque existieran los mecanismos idóneos para sentar las bases de un nuevo sistema político. La principal consecuencia de ese desajuste se puede observar en que el PRI se apresta a retornar a la presidencia no porque se haya reformado, sino porque hasta ahora ha logrado calar el mote de que “habremos sido corruptos, pero al menos sabíamos gobernar”.
Evidentemente, los gobiernos del PRI de las últimas décadas no fueron exitosos o particularmente sagaces en la conducción de los asuntos públicos. De haberlo sido, México sería hoy un país desarrollado. El hecho de que persista tanto desorden, inseguridad y pobreza se debe en gran medida a la persistencia de las instituciones y prácticas priistas que el PAN nunca desmanteló.
Es en ese ambiente que surge el candidato puntero por parte del PRI: un ex gobernador priista cuyo principal activo es su apariencia física y su enorme visibilidad mediática. En términos políticos, Peña Nieto es hijo del viejo PRI, gobernó el Estado de México a la vieja usanza –mucha infraestructura, control absoluto de los medios y del poder legislativo local- y su propuesta de gobierno consiste en restaurar al viejo sistema (el de los sesenta, de relativa austeridad) o, al menos, lo que a su parecer funcionaba entonces.
Por parte de la izquierda regresa Andrés Manuel López Obrador con una oferta de cambiar lo existente para reconstruir un sistema como el que existió en los setenta, periodo durante el cual el gobierno triplicó el gasto público, introdujo toda clase de regulaciones y controles a la economía y generó una enorme inflación, dando con ello nacimiento a la era de crisis financieras que no acabarían sino hasta 1994. Aunque mucho más moderado en sus formas, el contenido del mensaje del candidato del PRD es exactamente el mismo que en 2006.
El partido que todavía no acaba de encontrar la cuadratura al círculo es el PAN, donde tres pre candidatos se disputan la oportunidad de contender. A la cabeza, con aproximadamente el 46% de las preferencias de los militantes y adherentes, va Josefina Vázquez Mota, seguida por Santiago Creel con 26% y al final Ernesto Cordero con el 6%. Aunque cada uno tiene una propuesta distinta, luego de once años infructuosos de gobierno, sólo Josefina Vázquez ofrece la posibilidad dentro del PAN de no ser percibida como continuidad, lo que la convierte en una candidata potencialmente muy competitiva.
Las elecciones tendrán lugar en julio próximo y funcionarán bajo una legislación electoral sumamente restrictiva y saturada de controles y regulaciones que data del 2007 y que fue producto más de un ánimo de revancha de todos contra todos por los resultados del 2006 que de un afán por crear un entorno más expedito, limpio y competido. Para los ciudadanos, como dice el dicho en México, con esos bueyes habrá que arar.
En este momento, Peña Nieto goza del 44% de las preferencias frente al 24% de Vázquez Mota y 15% de López Obrador. Cada uno de ellos enfrenta un reto distinto. Peña hará todo lo posible por mantener su distancia, Vázquez Mota, suponiendo que ella sea la candidata, por elevar su nivel de reconocimiento en la población en general y López Obrador por quitarse el estigma que resume su famosa frase de 2006 “al diablo con las instituciones”.
En asuntos electorales es imposible predecir el resultado, sobre todo cuando se habla del futuro. Lo único que parece evidente es que las diferencias se irán cerrando y que, al final del día, el triunfador lo será por apenas unos cuantos puntos porcentuales. Hace dos semanas hubo elecciones en el estado de Michoacán. Ahí el partido en el gobierno era el PRD, el PRI iba representado por el ex alcalde de la ciudad capital de Morelia y por el PAN iba “Cocoa” Calderón, hermana del presidente. Aunque las encuestas iniciales pronosticaban un triunfo para el PRD, unos días antes de la contienda todo indicaba que ganaría el PAN. Sin embargo, el día de la elección fue el PRI quien se impuso triunfador con apenas dos puntos de ventaja.
Ese parece que será el modelo para las elecciones federales de 2012. Lo único certero es que habrá mucha competencia y que el resultado no es para nada obvio.

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Luis Rubio

Luis Rubio

Luis Rubio es Presidente de CIDAC. Rubio es un prolífico comentarista sobre temas internacionales y de economía y política, escribe una columna semanal en Reforma y es frecuente editorialista en The Washington Post, The Wall Street Journal y The Los Angeles Times.