Obesidad infantil: entre el desarrollo y el subdesarrollo

Derechos Humanos

En México se ha reconocido el problema de la obesidad infantil y se ha decidido actuar al respecto.

Sin embargo, estamos haciéndole frente a un problema característico de países desarrollados con formas de pensar y actuar propias de países subdesarrollados.

Una de las soluciones que ha propuesto el Gobierno federal es la regulación de la comida que se ofrece a los niños en las escuelas.

El camino seguido por el Gobierno ha sido el siguiente: la Secretaría de Educación Pública (SEP) envió a la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (Cofemer) el anteproyecto para regular la venta de bebidas y alimentos en las escuelas; y este organismo está recibiendo, a su vez, observaciones y propuestas de las empresas afectadas para elaborar el dictamen.

Una vez emitido éste, la SEP podrá decidir cuáles observaciones atiende y cuáles no. Dicho proceso ha enrarecido la relación entre las empresas y el Gobierno, misma que hace algunos meses era de diálogo y ánimo de cooperación.

Es cierto que por parte del Gobierno ha faltado un plan integral que sume a los actores sociales y empresariales relevantes a lo largo de todo el proceso; que vislumbre todos los efectos de prohibir determinados productos, y que resuelva problemas como el de la infraestructura básica en escuelas públicas.

La ausencia de dicha visión es, en parte, lo que motivó el dictamen preliminar de la Cofemer, pues señala que la SEP debe tomar en cuenta más variables en su análisis costo-beneficio y que en la propuesta falta que “se establezcan derechos y obligaciones específicas”.

En lo que corresponde a las empresas, éstas han destinado mucha energía a defender puntos específicos: que no se “estigmatice” el azúcar de caña; que los jugos sean considerados alimentos sólidos y no bebidas; que se reconozcan las propiedades nutritivas de la leche y sus derivados, entre otros aspectos.

Si bien cada uno de estos debates es necesario, también es cierto que hay una gran oportunidad para que las empresas articulen un plan que trascienda sexenios, considerando que la tendencia hacia lo sano es irreversible.

Un caso que puede inspirar tanto a líderes políticos como empresariales es el programa estadounidense contra la obesidad infantil Let´s Move.

Algunas de las características que vale la pena resaltar de dicho programa son su visión integral; el uso de tecnología para explicarle a la población qué se busca con la iniciativa y qué le corresponde a cada actor social, y el liderazgo compartido entre el sector público y privado.

Como parte de Let´s Move, se creó un atlas de “desiertos alimenticios”, lugares donde las familias tienen que pasar largos tiempos de traslado para conseguir alimentos sanos, zonas prioritarias para el programa.

En el sitio de Internet del programa, Michelle Obama, esposa del Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, explica de forma clara y concisa los objetivos que se persiguen.

A su vez, el sitio de internet está perfectamente integrado con un blog, redes sociales, videos y otros elementos.

Por último, el programa ha incluido en su estrategia a empresarios y padres de familia, así como a chefs, maestros, doctores y enfermeras entre otros.

Una organización de la que también se puede aprender, y que es parte importante de Let´s Move, es The Healthy Weight Commitment Foundation.

A través de esta organización, tiendas de autoservicio, fabricantes de bebidas y alimentos, restaurantes, tiendas de deportes, aseguradoras, organizaciones de comercio y organizaciones no gubernamentales tienen un plan conciso para reducir la obesidad infantil para el 2015.

Cada país es diferente y requiere estrategias específicas.

Podemos aprender lecciones de lo que han hecho otros, pero finalmente México tendrá que encontrar sus propias soluciones.

Porque la voluntad de actuar en México es relativamente nueva, podemos aún decidir qué tipo de historia queremos: puede ser una de reglas y prohibiciones con visión de corto plazo (lo que queda del sexenio), que sean complejas de aplicar y supervisar y que involucren enredos legales (amparos, por ejemplo), o podemos ir avanzando sobre un plan integral que sume actores, que haga sentido para todos y articule políticas públicas multi-actoriales para un problema tan multifacético y complejo como lo es la obesidad infantil.

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