En las Olimpiadas de 1932 México ganó sus primeras dos medallas. Una en boxeo y otra en tiro. Hoy, 76 años después, México sigue compitiendo en las Olimpiadas y consistentemente gana 3 o 4 medallas en deportes como atletismo, clavados, ciclismo o pesas. El patrón es evidente: en estos deportes el mérito lo tiene más el atleta que el entorno. Se trata de deportes individuales cuyo entrenamiento, al menos inicialmente, no requiere de muchos recursos ni de una infraestructura muy sofisticada.
Lo que hoy vemos en el deporte mexicano -burocracia, falta de liderazgo, poco trabajo en equipo y escasas oportunidades para quien no cuente con los recursos económicos- es emblemático de lo que vive el País en otras áreas. Como en el deporte, en el mundo de los negocios si bien México cuenta con empresas multinacionales que han sido exitosas en el extranjero y ejemplo de productividad e innovación a nivel mundial, también hay una abundancia de empresas medianas, pequeñas y micro que no cuentan con el capital, el financiamiento, las economías de escala o la fuerza laboral para competir. Las empresas mexicanas que crecen y que tienen el potencial para ser exitosas, tanto en el País como en el extranjero, son una franca excepción.
Los datos del INEGI sugieren que en México hablar de Pymes es en realidad hablar de Microempresas. El 95 por ciento de las empresas emplean menos de 10 personas, generan 40 por ciento del empleo del País y solamente el 17 por ciento del PIB. Sin embargo, llevamos décadas sin decidir qué queremos hacer con el sector empresarial y discutiendo diversas teorías que no nos han llevado muy lejos. Por ejemplo, está el debate en torno a la función del gobierno en el desarrollo empresarial. Hay quienes sugieren que el Gobierno no tiene ninguna responsabilidad en el éxito o fracaso de las Pymes, mientras que otros consideran que debe incubarlas en una etapa temprana y otorgarles créditos, asesoría, instalaciones, tarifas todavía más subsidiadas en servicios básicos y hasta influir en variables macroeconómicas con el fin de beneficiar a los exportadores.
Como parte de los esfuerzos de la Red Pyme, que busca crear espacios de diálogo y debate para promover la competitividad, la Fundación Idea publicó el estudio El Tamaño Importa. El análisis revela que los programas que apoyan a las Pymes en México no cuentan con indicadores claros y medibles para evaluar su impacto. En el 2007 el presupuesto de egresos de la federación para el Fondo Pyme fue aproximadamente de 2,700 millones de pesos. Sin embargo, no estamos seguros si este presupuesto sentará las bases para que despeguen dichas empresas o si tan sólo se está creando dependencia y rentismo. No sabemos si se está apoyando a las Pymes en los sectores donde vale la pena, o donde las ventajas comparativas versus otros países son nulas. Y tampoco sabemos hasta qué momento se le debe brindar apoyo a una empresa (cuándo cortar el cordón umbilical).
El desarrollo de proveedores es similar. Tanto las grandes multinacionales como las Pymes tienen todos los incentivos para la colaboración entre sí. Incluso existe una tendencia en los grandes corporativos a subcontratar cada vez más servicios a terceros. Sin embargo, en México no hemos logrado tener fuertes cadenas productivas. Al respecto, hay quienes consideran que las empresas grandes no han estado dispuestas a desarrollar proveedores y que hay que crear los incentivos para que lo hagan o incluso obligarlas a hacerlo. Por otro lado, hay quienes consideran que son los empresarios pequeños y medianos los que no se han esmerado en cumplir con los requisitos para poder ser proveedores. Independientemente de la razón, la realidad es que llevamos décadas sin lograr construir cadenas productivas fuertes.
Por último, no hemos establecido si los empresarios nacen o se hacen. Se habla de que los mexicanos son ingeniosos y emprendedores, pero si uno analiza el desempeño en materia de innovación, estamos rezagados. No solamente no innovamos, sino que tenemos serios problemas adaptando tecnología y modelos del exterior hacia adentro de nuestras empresas. Al menos en el ámbito empresarial, no hemos brillado por ser grandes imitadores… ni tampoco adaptadores.
Para tener empresas exitosas se requieren instituciones sólidas y un entorno de igualdad de oportunidades. De igual forma, es indispensable que las empresas entiendan cómo ser más eficientes y desarrollen las habilidades para competir en un entorno global, donde las organizaciones constantemente se crean y se destruyen. Global Entrepreneurship Monitor muestra que 18 por ciento de los mexicanos está involucrados en una actividad emprendedora, pero más que ser emprendedores por convicción, son emprendedores por necesidad.
Hasta que no tengamos una infraestructura mínima y atletas y empresarios con convicción, seguiremos teniendo tan sólo unos cuantos campeones.
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