Si hubiera apostado sobre el resultado de la elección presidencial, hubiera perdido una lana. El candidato del PRD no me despertaba simpatía, pero mi percepción era que AMLO tenía la mayoría de votos en la bolsa. Para bien de México, mis intuiciones estuvieron equivocadas. No estaba solo en mi error. Millones de conciudadanos festejaban o se asustaban ante la inminencia de que el Peje despachara desde Los Pinos. Hoy las predicciones erradas pertenecen a la historia. Felipe Calderón ganó la elección y es Presidente electo. ¿Por qué la victoria del Peje se tornó en un espejismo? ¿Por qué un candidato que estuvo tres años en la cresta de las encuestas acabó en segundo lugar? La izquierda mexicana jamás podrá ganar una elección presidencial si no responde con serenidad a estas preguntas.
Reconocer una derrota implica aceptar las culpas de uno y los aciertos ajenos. La mitología del fraude electoral permite enfrentar el fracaso del 2 de julio, sin pasar por el doloroso proceso de la autocrítica: “Nuestro candidato y su consistencia moral son indestructibles, sólo perdimos porque nos hicieron trampa.” La fábula del chanchullo en los comicios tiene una clasificación específica en la ciencia que inventó el doctor Freud. La evasión psicológica es un mecanismo de defensa, donde la mente del paciente suprime ideas y recuerdos dolorosos para almacenarlos en el oscuro del subconsciente. “El fracaso del Peje no se debe a la ausencia del primer debate presidencial, a los insultos contra Vicente Fox o su asociación con un dino-sector del PRI.” Todos estos yerros sólo podrán ser reconocidos después de varias horas en el diván. Interpretar el resultado del 2 de julio como un engaño es mucho menos doloroso que asumirlo como un fracaso en la estrategia de campaña.
Otra manera de evadir el lastimoso juicio del espejo es buscarse algún chivo para expiar las propias metidas de pata. En un texto en La Jornada, Elena Poniatowska señala al encapuchado Marcos, a Patricia Mercado y a Cuahutémoc Cárdenas como responsables de la votación insuficiente de AMLO. La escritora da voz al espíritu de linchamiento contra cualquier militante de izquierda que se atreva a disentir del caudillo perredista. La responsabilidad de la derrota no es del emisario de la esperanza, sino de aquellos que no lo apoyaron incondicionalmente.
Existen docenas de teorías, complementarias y excluyentes, para explicar la derrota del Peje. Va a continuación mi explicación favorita. López Obrador perdió la elección porque nunca entendió las consecuencias políticas y sociales de la estabilidad económica. Entre 1970 y 1995, las crisis sexenales eran un hecho de la vida, como el frío en el invierno. Las olas de devaluaciones e inflaciones galopantes encogieron a la clase media y empobrecieron a millones. El gobierno de Fox es el primer periodo sexenal sin crisis económica desde tiempos de Díaz Ordaz. Las ventajas de la estabilidad económica están a la vista. Durante 2005 se vendieron más de 1 millón de coches nuevos en el país y a lo largo del sexenio 3 millones de familias compraron casa propia. Este grupo de mexicanos tiene licencias de conducir, títulos de propiedad y credencial de elector. Por primera vez en 30 años la clase media creció de tamaño.
Estos mexicanos tienen un miedo natural a perder su nuevo estatus. Sus parientes o amigos que apenas están ahorrando para el enganche de su primer coche o su departamento, tienen ilusión de ingresar a esta sociedad de propietarios. El encuestador Daniel Lund sostiene que los miedos y aspiraciones de una emergente clase media determinaron el resultado de la elección. El discurso de AMLO no se ajustó al contexto de una década de estabilidad en las finanzas nacionales. El rayo de arrogancia creyó entender a México entero pero apenas comprendió a una parte. AMLO leyó con claridad la frustración de 14 millones de mexicanos que no han obtenido ni beneficio ni esperanza por el rumbo de la economía, pero esos votos no fueron suficientes. Felipe Calderón se convirtió en una opción que inspiraba mayor seguridad, pero el candidato del PAN no ganó la elección presidencial, el Peje se derrotó solo.
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