República de Baja California

Transporte

En pocos días el grupo en Facebook de nombre “ República de Baja California ” superó los 120 mil simpatizantes. Como se menciona en la página, el grupo es “para los bajacalifornianos que comparten la idea de alcanzar la independencia de la península como la única forma de alcanzar (sic) el bienestar y desarrollo”.

Este grupo es solamente una de las reacciones de inconformidad que surgieron con los cambios al régimen fiscal de los estados fronterizos como lo es el homologar el IVA fronterizo al del resto del país (hoy los estados fronterizos, Baja California Sur y Quintana Roo pagan solamente 11 por ciento de IVA). Los inconformes se han organizado de muchas formas. Hemos visto desde cabildeo hasta propuestas de paros laborales y amenazas de amparos en contra de la homologación.

Existen buenas razones para pelear. Un mayor impuesto hará que la zona fronteriza pierda competitividad frente a sus vecinos del norte y que probablemente varios negocios se vuelvan poco rentables, y esto causará desempleo, afectando también a otras industrias como la del transporte.

Los contraargumentos a favor de la homologación incluyen, primero, que las razones que llevaron a tener un esquema fiscal diferente en aquella zona ya no son válidas en la medida en que México tiene ahora una economía abierta; segundo, que la diferenciación tributaria es una puerta de entrada a la evasión fiscal; y tercero, que se trata de una cuestionable división en el país.

Pero si bien el problema de perder competitividad con la frontera es serio, lo más delicado no está ahí. El verdadero problema se encuentra en que, mientras el régimen fiscal diferenciado ha cumplido con su objetivo al favorecer el comercio en la región y la atracción de inversión, los beneficios de la reforma fiscal no son aún claros.

La reforma fiscal exige más de muchos actores pero no incluye aún un plan para compensar la pérdida de competitividad en la frontera. Nadie ha salido a explicar cómo es que la homologación a la alza va a beneficiar a los estados del norte. No hay una narrativa de cómo éste mayor impuesto impulsará la productividad del país, cómo nos ayudará a aprovechar mejor nuestra frontera con Estados Unidos, cómo cerrará la brecha entre los estados del norte y los del sur, o cómo contribuirá a resolver los problemas de estados fronterizos, que en gran medida se derivan de la falta de un estado de derecho, lo cual ha derivado en carreteras intransitables, cobro de piso, extorsiones y violencia. De hecho, el sector productivo en el norte ha aprendido a sobrevivir por sus propios medios y no los brindados por el Estado mexicano: muchas empresas tienen sus propias guarderías infantiles, capacitan a su mano de obra, proveen transporte para sus empleados y se encargan de su propia seguridad.

La existencia de un grupo en Facebook que propone la separación de un estado de la Federación podría parecer irrelevante, pero no lo es. México tiene una fuerte identidad nacional, pero las realidades que se viven son tan distintas que bien podríamos estar hablando de varios países. En términos de intercambio, globalización y dinamismo, la homologación debería estar enfocada en cómo le hacemos para que todo México pudiera ser como la frontera y no al revés. De no cambiar nuestra perspectiva, lo que hoy es una página en Facebook, mañana podría ser un movimiento separatista mucho más en forma.

La reproducción total de este contenido no está permitida sin autorización previa de CIDAC. Para su reproducción parcial se requiere agregar el link a la publicación en cidac.org. Todas las imágenes, gráficos y videos pueden retomarse con el crédito correspondiente, sin modificaciones y con un link a la publicación original en cidac.org

Comentarios