Cada año en México miles de familias quedan devastadas económicamente a causa de la enfermedad de alguno de sus miembros. Generalmente dichas familias se encuentran entre los segmentos más pobres de la población.
De acuerdo con el reporte Desempeño y Reformas del Sistema Mexicano de Salud, emitido por la OCDE, en México el 52 por ciento del gasto en salud proviene del bolsillo de los mexicanos, en comparación con un 27 por ciento en Polonia, 24 por ciento en España y 14 por ciento en Estados Unidos. Es en este contexto que México ofrece enormes oportunidades, no sólo para mejorías en la administración del sistema público de salud, sino para el desarrollo de negocios exitosos con importantes implicaciones sociales.
Dos elementos que han tenido un enorme impacto sobre la salud de los mexicanos en la última década son la venta los productos genéricos intercambiables y las consultas médicas a bajo costo. En el tema de los genéricos, aunque éstos se recetan desde la década de los 70 en las instituciones públicas de salud, fue hasta 1997 que estos se vendieron al público en general. Los genéricos intercambiables son, como se sabe, medicamentos con las mismas sustancias activas que medicamentos cuya patente ya venció.
Tras 10 años de venta al público, los genéricos siguen siendo tema de debate entre expertos. Quienes se oponen a su comercialización argumentan que estos se caracterizan por su ineficacia y baja calidad. Algunos médicos, por su parte, consideran que los genéricos acaban siendo más caros en el largo plazo (pues las dosis deben ser mayores o su consumo más prolongado) y que, en un caso de emergencia, deben limitarse a recetar las grandes marcas.
Sin embargo, estos argumentos tienen muy poco peso cuando los medicamentos genéricos son la única opción para una persona.
En el segundo tema, cada vez hay más consultorios en México que ofrecen atención médica a bajo costo -a menudo dentro de farmacias o en tiendas de autoconsumo- mediante procedimientos estandarizados. El paciente puede acudir a una consulta a cualquier hora, sin cita previa, para ser atendido por una persona capacitada pero sustituible y de la que el cliente no tiene referencia previa. Esto ocurre en contraposición al sistema de consultas tradicional.
Las críticas al modelo de las “clínicas rápidas” no se han hecho esperar. La mayoría de ellas giran en torno a que las consultas bajo este sistema no toman en cuenta todo el cuadro clínico del paciente. Que, si bien hay industrias donde el servicio puede ser altamente estandarizado, como ocurre con la comida rápida, los servicios para la salud no ser uno de ellos. Asimismo, se argumenta que muchos de los problemas médicos que aparentemente son sencillos podrían complicarse si los pacientes no acuden con especialistas y se efectúan los estudios o tratamientos adecuados.
Sin embargo, es innegable que las clínicas de atención médica rápida pueden ser un gran recurso en términos preventivos, ayudar en la detección temprana de padecimientos y ser un conducto para que los pacientes vean a especialistas cuando el caso lo amerita. El juego no siempre es suma cero: estas clínicas estarían abriendo nuevos mercados y no únicamente compitiendo contra los jugadores tradicionales. Al igual que en el caso de los medicamentos genéricos, las “clínicas rápidas” llegan a un segmento de la población que no puede acudir a una consulta médica tradicional.
A la fecha, el controversial icono de la innovación en servicios de salud en México es Víctor González Torres y su cadena Farmacias Similares. Al margen de lo que uno piense sobre la candidatura de González Torres a la Presidencia o el uso de “Simi Chicas” como estrategia de marketing, nadie puede negar que su modelo de negocio satisface una necesidad básica que lleva años esperando ser atendida.
Con su lema “Lo mismo pero más barato”, Farmacias Similares se ha vuelto en 10 años la cadena de farmacias más grande en América Latina, contando con más de tres mil 500 farmacias en México. De hecho, en nuestro País no hay una ciudad con más de 5 mil personas donde no exista una sucursal de Farmacias Similares. El modelo de franquicia fue sin duda clave en esta expansión, sobretodo tratándose un modelo de negocio basado en volumen y no en margen de utilidad. Por otra parte, el modelo de negocios de González Torres es bastante sofisticado: hay un consultorio en la mayoría de las sucursales, donde el paciente paga 20 pesos por consulta; existen programas de lealtad donde uno acumula puntos; y hay sinergias importantes entre Farmacias Similares y organizaciones no lucrativas.
En el éxito de Farmacias Similares ha habido inevitablemente un llamado a la competencia. No solamente hay cada vez más farmacias que venden genéricos, sino que también las tiendas de autoservicio han ampliado su oferta de productos farmacéuticos intercambiables. Wal-Mart, por ejemplo, está incursionando en el mercado de los genéricos y está planeando establecer sus propios consultorios.
Aunque en los últimos años la seguridad social ha mejorado en cobertura y calidad, pasará mucho tiempo antes de que la totalidad de los mexicanos pueda tener acceso a los productos y servicios que requieren. Hace veinte años nadie hubiera imaginado que podría hacer sus compras de supermercado esperando ser atendido por un médico, o que las “Simi Chicas” serían un gancho para vender medicinas y vitaminas. Como ha podido verse, muchas innovaciones en los servicios médicos seguirán viniendo de lugares inesperados. Enhorabuena.
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