En los próximos 90 días de campaña se transmitirán poco más de 17 millones de spots en la televisión con motivo de las elecciones federales. Esto no es trivial en un país donde puede no haber Internet o pavimento, pero casi todos los hogares tienen al menos un televisor.
Los spots tienen mucho trabajo detrás. Todos buscan empalmar las características más atractivas y diferenciadoras de los candidatos con los temas que más le importan a la sociedad. Y en particular, reflejan distintas visiones de la economía nacional.
Empecemos por los spots de Enrique Peña Nieto. En ellos el candidato recorre algunos estados con temáticas económicas muy claras: turismo e infraestructura. Quiere mostrarse como un candidato que piensa en grande: México tiene la “capacidad para crecer como potencia turística mundial”. En sus anuncios vemos puertos y carreteras de cuatro carriles. Le está hablando a un México que tiene todo para ser una potencia mundial y en donde el gasto en infraestructura juega un papel central.
En los spots de Josefina Vázquez Mota vemos valores económicos enfocados a una vision micro. Sus mensajes, “A mí nadie me regaló nada” y “He conseguido lo que tengo a base de esfuerzo y trabajo duro“, nos hablan de una sociedad que valora la movilidad social por medios propios, donde existe el orgullo de poder hacer las cosas por uno mismo y donde, con frecuencia, los privilegios heredados son mal vistos. Apela también a un México de micro empresarios: “Mi padre tenía una pequeña tienda de pinturas”. Josefina le habla a un México “clasemediero” que está ávido de oportunidades para crecer y prosperar.
López Obrador, seis años después, pide una disculpa a quien pudo haber perjudicado en el pasado pero sigue utilizando la desigualdad como principal arma. En uno de los spots más emotivos de esta campaña, vemos un México donde las personas roban, acaparan y se aprovechan de los que menos tienen: “Un grupo se ha venido apropiando de los bienes del pueblo y ha confiscado todos los poderes”. Su enfoque no es el de generar riqueza sino el de buscar “que se distribuya con justicia la riqueza de la nación”. También hace referencia a Salinas de Gortari y “sus allegados”, como aquellos que se “hicieron de bancos y reservas mineras de la nación”. El problema de esto es que, si bien uno podría estar de acuerdo con el, los nuevos votantes nacieron en el año en que Salinas dejó la presidencia.
Por último, Gabriel Quadri nos presenta una visión alternativa. Muestra una parodia en la que cuatro jóvenes (que simbolizan a cada uno de los candidatos) viajan en una “Combi”, aquella camioneta de la Volkswagen que fue un ícono perfecto de los años 80 y 90. ¿A quién está apelando? Pues a los jóvenes urbanos que se pueden dar el lujo de ser fans de lo “retro”, a una clase media que nunca constituiría parte del “voto duro” de ningún partido. Su apuesta parece ser por la clase creativa del país, que valora ferozmente su independencia y se preocupa por temas más “progresistas”, como lo es el medio ambiente.
Cada candidato aborda verdades parciales sobre nuestra realidad económica. Pero ganará quien, además de poder conservar su voto duro, pueda convencer a los que aún no definen su voto. ¿Cómo son ellos? ¿Qué valores económicos privilegian?
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