Valores y Bancos

Competencia y Regulación

La Encuesta Nacional de Valores: lo que nos Une y nos Divide (ENVUD) llevada a cabo por Banamex muestra una foto muy interesante del mexicano en su ámbito económico. Vemos un país donde la mayoría se percibe como de clase media, donde existe una valoración positiva del comercio mundial y el TLC, pero donde los bancos, entre otras instituciones, además de ser vistos con desconfianza, son percibidos como entes ajenos a la vida económica de los individuos. Veamos.

México es un país de clase media. Como bien lo apuntaron Luis de la Calle y Luis Rubio en su libro Clasemediero, México se ha convertido en un país de clase media. La ENVUD revela que el 53% de los encuestados dice pertenecer a esta clase. Asimismo, existe un cierto grado de optimismo. Solamente el 14% dice estar en una clase social inferior a la de sus padres y únicamente el 7% cree que sus hijos estarán en una clase social inferior a la suya. Sin embargo, la mitad dijo que “no le alcanza y que tiene dificultados o grandes dificultades”. Así, aunque existe optimismo con respecto al progreso y al futuro, es importante apuntar que muchas de las mejoras no necesariamente tienen que ver con más ingresos sino con otros cambios como una mayor oferta de bienes derivada de la apertura comercial.

Los mexicanos estamos a favor de la globalización y la competencia. Casi el 80% de los mexicanos considera que el comercio mundial es bueno o muy bueno. Existe una opinión favorable del impacto del TLC con Norteamérica y el 58% de los mexicanos cree que la inversión extranjera debería de aumentar. Asimismo, es mayor el porcentaje de personas que consideran que la competencia es buena porque “estimula a trabajar duro y a desarrollar nuevas ideas” que la proporción que afirma que es mala porque “saca lo peor de las personas”.

Sin embargo, los mexicanos no vemos a los bancos como herramienta para el desarrollo económico. Ante la pregunta de qué haría si hoy tuviera un dinero extra, el 26% dijo que lo ahorraría, pero cuando vemos cómo ahorran, el 43% señaló que la mejor manera es guardarlo ellos mismos y solamente el 18% lo depositaría en un banco.

Se observa lo mismo para los créditos. El 63% le pediría prestado a sus familiares o amigos, mientras que únicamente el 14% acudiría a un banco. Y todo esto es consistente con el hecho de que el 54% confíe poco o nada en los bancos.

Así, muchas de las personas que se consideran de clase media simplemente no acudirían al banco.

¿Por qué la desconfianza en los bancos? Una hipótesis que surge es que quizás las personas no confían en los bancos porque los ven como algo ajeno. Por ejemplo, en el 57% de los municipios del país no existen sucursales bancarias. Además, el 50% de las sucursales bancarias y el 55% de los cajeros automáticos se encuentran concentrados en seis entidades federativas: Distrito Federal, Guerrero, Estado de México, Nuevo León, Jalisco y Veracruz. (Fuente: Comisión Nacional Bancaria y de Valores).

En conclusión, la encuesta permite ver a un México moderno que se ha transformado en las últimas décadas. Pero lo que sorprende es que esto no venga acompañado de una opinión más favorable de los bancos como captadores de ahorro y brindadores de crédito, lo cual indica que hay una enorme oportunidad aquí. Si tan sólo pudiéramos alinear los valores liberales de los mexicanos y su noción de progreso con instituciones que sirvan para darle seguridad e impulso a los ciudadanos, México podría despegar.

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