La estrategia de comunicación del Gobierno Federal en torno al brote de influenza A(H1N1) tuvo en el manejo de las cifras a su talón de Aquiles. La falla no se presentó en la falta de transparencia, sino en la incapacidad para comunicar datos de manera clara, consistente y coordinada. Es cierto, las autoridades enfrentaron retos para contar con información confiable y oportuna, debido a fallas en el sistema de alerta epidemiológica y a la posible reticencia de gobiernos estatales para reportar cifras. Sin embargo, faltó claridad para distinguir entre casos probables y confirmados, coordinación para que las entidades utilizaran las mismas categorías (el Gobierno del D.F., por ejemplo, habló de casos hospitalizados) y rigor para reportar casos nuevos y no acumulados –que sólo magnificaban el problema–. En temas tan sensibles, la intención de transparencia tiene un efecto menor si no viene de la mano con una estrategia que le de soporte.
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