Si bien la discriminación de mexicanos en el extranjero ha provocado un sentimiento de unidad nacional que incluso podría alimentar la xenofobia, los verdaderos riesgos se encuentran en regulaciones preventivas que podrían afectar al TLC. Las fallas en el sistema de salud y en los gobiernos estatales son buenas noticias para los críticos de México en EU –y en el mundo– pero sobre todo para los ambientalistas que se oponen al TLC. Con esto ya tienen un argumento creíble que sustenta que México no está avanzando hacia la modernidad o hacia los estándares de nuestros socios comerciales, que es la premisa bajo la cual se adoptó el TLC. Esto podría acabar traduciéndose en restricciones de diverso tipo al flujo de mercancías. Es decir, barreras no arancelarias impuestas por razones ambientales. De no ser exitosos en el manejo de la crisis, el TLC podría seguir existiendo en papel pero ser poco operativo en la práctica.
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