El proyecto del Congreso para controlar desde el gobierno el esquema de precios que cobra la banca a sus deudores (tasa de interés activa) se justifica desde la posición de defender al consumidor final. Lo cierto es que regular por el sólo hecho de regular no es de ninguna forma benéfico para el consumidor de servicios financieros. Hoy en México la banca genera ingresos por dos conceptos: tasas y comisiones. Las primeras responden al nivel de riesgo de impago que enfrenta el banco en los créditos que otorga; las segundas tienen que ver con costos operativos de la banca en el proceso de administrar los flujos de sus clientes. En resumen, las tasas obedecen a una realidad de mercado y las comisiones al costo interno del banco. Regular las tasas sólo implicará restringir el crédito a la población que representa mayor riesgo de impago mientras que regular las comisiones obliga al banco a ser más eficiente en su operación. No obstante, aún regular las comisiones es un paliativo y no una solución definitiva que ataque el principal problema: la falta de competencia en el sistema bancario.
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