A pregunta expresa durante una entrevista radiofónica, el Presidente Calderón manifestó no descartar la elaboración de legislación que eleve a la Alianza por la Calidad Educativa a rango de ley. Esta no es una idea nueva. Han abundado las críticas hacia la Alianza por estar sustentada un acuerdo entre SEP y SNTE, que otorga al sindicato de maestros un papel en la política educativa que va más allá de lo laboral. Sin embargo, al quitarle control sobre la asignación de las plazas, la Alianza debilitó la capacidad de control de la cúpula del SNTE. Este mecanismo, llevado a ley, sería el principio del fin para la estructura actual del sindicato. Esto lo saben bien la Maestra Gordillo y la disidencia magisterial encabezada por la CNTE. Por ello, un proyecto de ley como el mencionado encendería una guerra sindical con pocas garantías para la democracia sindical o la calidad educativa. En un país donde las grandes reformas han arrojado resultados pequeños, la Alianza Educativa –incluso sin ser ley– promete ser la pequeña reforma que entregará grandes cuentas. Por ello no se observa viable que el Gobierno entre pronto a un juego donde arriesgaría una gran –aunque todavía potencial– ganancia.
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