La dirigencia nacional perredista estima una pérdida de simpatizantes del 42% y una perspectiva de 11% del voto para los comicios del 2009, muy lejos del 30% obtenido en el 2006. En el contexto de tensión interna que vive el PRD, es fundamental que el partido trace un mapa de la ruta a seguir para recuperar credibilidad entre la población como una opción de izquierda viable que genera propuestas claras para el país. El reto para Jesús Ortega desde la presidencia está en la recomposición del partido a través de la búsqueda de equilibrios entre las corrientes así como del balance de los activos y pasivos que aporta Andrés Manuel a la institución. Mientras tanto la factura de la pugna interna se pagará a nivel electoral y el PRD demuestra, una vez más, un absoluto pragmatismo que no los lleva a la tan anunciada ruptura y les permite convivir por separado.
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