La reunión celebrada la semana pasada entre los dirigentes del PRI, PAN y PRD es una buena señal de conciliación y negociación. Por un lado, marca el retorno a las reuniones cotidianas entre presidentes de partidos que se celebraban en el marco de la reforma electoral en los noventa y que se interrumpieron durante buena parte del gobierno foxista. Por el otro, envían una señal de protagonismo desde cada una de las dirigencias para discutir un tema de política pública tan importante como el energético. Sin duda, esta es una de las muestras más efectivas de diálogo entre los tres principales partidos que, más allá de las buenas formas, marca el camino para una posible “reforma de consenso”.
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