La aprobación de la Iniciativa Mérida en el Congreso de Estados Unidos llega tarde y descafeinada. De 500 millones de dólares propuestos, se redujo a 350. La ayuda viene –además- etiquetada y condicionada. Algunos sugieren que, por dignidad, el gobierno mexicano debería rechazarla. Mientras el gobierno de México pelea la más dura batalla contra el narco, los poderosos vecinos regatean el apoyo. No hace mucho algunos analistas alertaron sobre el riesgo de que el narco derrote y capture al Estado mexicano (algo que no es cierto a nivel federal, pero que quizá ya comenzó a serlo en algunas entidades y ciudades del país). Hoy el problema es fundamentalmente nuestro, pero más pronto que tarde podría ser también un problema de ellos.
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