A casi dos meses de las votaciones internas, el cambio de dirigencia nacional del PRD no se ha consumado aún. Las anteriores crisis internas del PRD se habían resuelto forzando la retirada y negociación del grupo de Jesús Ortega (a cambio de posiciones políticas o amenazando con la ruptura). Esta vez, el senador no ha cedido, quizá porque ya no hay cargo que ofrecerles a los orteguistas o porque está en juego el rumbo de un partido que ha retrocedido en las preferencias electorales. El cómputo le da a Ortega una ventaja de 16 mil votos. El también senador, logró incidir en la designación de un dirigente interino (abiertamente orteguista), y desde esta postura victoriosa plantea su disposición a una transición, convocando a una refundación del partido. AMLO no ha podido concretar su toma del PRD y Encinas todavía pide que la Comisión de Garantías (órgano sobre el que él tiene ascendiente) revise el cómputo. Esto ha fortalecido la posición de Cuauhtémoc Cárdenas, quien ha vuelto a aparecer como referente en este clima de crisis. La confrontación entre AMLO y Ortega por el control de la dirigencia, amenaza con una ruptura al PRD. Lo más probable es que se llegue a una transacción, pero después de un desgaste brutal, que llevará muy debilitado al PRD al proceso electoral que se avecina.
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