La última semana deja la impresión de que tanto el narcotráfico como la afrenta del EPR han escalado. En el primer tema, tan sólo este fin de semana tuvieron lugar alrededor de 40 muertes producto del narcotráfico. A esto se suma el asesinato del jefe de operativos contra el narcotráfico de la Policía Federal Preventiva. El saldo es catastrófico, el nivel de violencia está escalando y se observa una falta de coordinación entre autoridades civiles y militares que complica aún más el escenario. En el segundo tema, el EPR ha escalado en su discurso e incluso se atreve a intimidar a algunos medios de comunicación. El gobierno debe tener muy claro bajo qué condiciones negocia con la guerrilla y si esto permitirá encauzar el conflicto armado hacia otras vías. El gobierno de Calderón escogió pelear ambas batallas. Este es un buen momento para que el gobierno se pregunte si la estrategia empleada hasta ahora ha sido la correcta. La amenaza a la paz social es latente y todo parece indicar el desafío al estado y la guerra contra el narco estarán presentes hasta los últimos días del sexenio de Calderón.
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