El proceso electoral para renovar la dirigencia perredista sigue entrampado. Aunque la tensión está al máximo, los contendientes tratan de que las acusaciones no se salgan de cauce, así como de minimizar las pérdidas del fiasco electoral. A dos semanas de los comicios sólo se ha computado aproximadamente 25% de los votos. Encinas ha pedido que intervenga la Comisión de Garantías. En esta ocasión Jesús Ortega no ha dado su brazo a torcer. La dirigencia ha señalado que si no se logra computar el 80% de los sufragios, se declararía nula la elección y se daría paso a una dirigencia interina. Este escenario de por sí, significaría un desgaste en las ya minadas preferencias electorales (17%) a favor del PRD; sin embargo, un reto mayor sería evitar el estallido interno y canalizar la reacción de los contendientes. El escenario de una negociación entre los grupos enfrentados se ve cada vez más lejano.
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