El “sospechosismo” sobre Baja California.

Administración Federal

El sábado 15 de junio, el Partido Revolucionario Institucional instaló en Tijuana, Baja California, su Comisión Política Permanente, en una suerte de “espaldarazo” a sus distintos candidatos a las alcaldías, el congreso local y, por supuesto, a su abanderado rumbo a la elección de gobernador del próximo 7 de julio, Fernando Castro Trenti. El PRI busca recuperar dicha emblemática gubernatura tras 24 años de gobiernos panistas ininterrumpidos, en un momento en el cual el PAN, a nivel nacional, parece estar muy debilitado. Sin embargo, el panorama no es del todo claro. Aunque en las escasas encuestas que han sido publicadas (Covarrubias y del periódico regional Frontera) llevaba ventaja entre 5 y 7 puntos al 29 de mayo, figuras prominentes del PAN y el PRD, anunciaron el martes que su candidato aliancista, “Kiko” Vega, aventajaba al priista por casi 8 puntos en las encuestas de Mitofsky y Mendoza y Asociados. ¿Qué sucede en realidad en Baja? ¿Qué escenarios son previsibles?
Si bien en el acto de Tijuana estuvo presente la plana mayor del PRI (Camacho Quiroz, Beltrones, Gamboa), Castro Trenti parece haber sido “abandonado” por el “primer priísta” de la nación: Enrique Peña Nieto. El silencio de las figuras más cercanas al presidente de la República en el respaldo a Castro Trenti –y a otros candidatos priistas a lo largo del país—busca evitar los señalamientos de incumplimiento de la adenda del Pacto por México (la cual condicionaba la permanencia del PAN y el PRD en el acuerdo a la no intervención del gobierno federal en los comicios locales), con el afán de prolongar su existencia. No obstante, de darse un triunfo panista en el estado, ¿en verdad se deberá a la cautela de Los Pinos por no impulsar a los priistas bajacalifornianos con fuerza, a una estrategia premeditada de “conceder” el estado al panismo, o sí hay que darle crédito a las capacidades competitivas locales del PAN?
La aparente competitividad local del PAN en Baja California, apoyada por el desgaste que podrían haber sufrido los priistas por su desempeño en las cinco presidencias municipales de la entidad, las cuales ganaron en su totalidad hace tres años, contrasta con la precaria situación del PAN nacional. Los intensos prolegómenos de la auténtica batalla por el control del partido, cuya presidencia nacional estará en juego en diciembre, estarían encontrando cierto remanso en una eventual victoria panista tanto en la gubernatura de Baja, como en varios municipios clave a lo largo de los 14 estados donde habrán disputas comiciales. Por otra parte, cabe señalar que, aun reteniendo Baja, el cuello de Gustavo Madero como presidente nacional no estaría del todo seguro rumbo a la elección interna de su partido en diciembre entrante. Asimismo, los riesgos para la caída del actual líder panista se incrementarían de manera exponencial si en algún momento se llegaran a evidenciar rastros de una negociación política entre la cúpula panista y los priistas –vengan de donde vengan—en pos del mantenimiento del Pacto por México. Esas son cosas que la militancia panista, sobre todo en sus bases, suele castigar con severidad.
Paradójicamente, haber sembrado la duda acerca de una posible “concertacesión” para la gubernatura de esa entidad entre la casa presidencial y la dirigencia nacional panista puede ser en sí mismo un “logro” para los priistas. Independientemente del resultado en Baja California, la fractura al seno de Acción Nacional continuará su avance. ¿Pondrá esto en jaque las reformas por venir? Tal vez no. Aunque la izquierda podría convertirse en beligerante durante las discusiones en materia energética y hacendaria, los proyectos del gobierno todavía mantendrían afinidades con un número suficiente de panistas y prosperar… mientras el blanquiazul se desmorona.
Es importante reconocer que la lógica electoral en comicios no presidenciales tiende a ser absolutamente local, factor que abona a un escenario distinto en cada localidad. La elección del 7 de julio adquiere dimensión nacional por el hecho del Pacto, mecanismo que ha contribuido a polarizar a los integrantes de los dos partidos de oposición, particularmente en el caso del PAN. Lo que es certero es que, más allá del resultado electoral en cada localidad, todavía faltan muchos movimientos en el proceso político nacional, cada uno de los cuales será afectado por la forma en que los actores utilicen la información disponible en cada momento y por las acciones que, como ejecutivo, emprenda el gobierno y que bien podrían impactar la lógica interna tanto del PAN como del PRD. Esto no se acaba hasta que se acaba.

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