El rechazo de la izquierda hacia la reforma de los artículos 27 y 28 constitucionales propuesta por el Ejecutivo era de esperarse. Lo que resulta interesante es cómo dos de los actores principales de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas, quienes iniciaron la batalla por la defensa del petróleo desde distintas trincheras, han decidido juntar (aunque no revolver) esfuerzos. Esta unión aglutinará, por un lado, la legitimidad institucional y liderazgo histórico de Cárdenas en el tema y, por el otro, la capacidad de movilización popular de AMLO. Sin embargo, las probabilidades de en verdad detener la reforma son escasas, lo que conduce a la pregunta siguiente: más allá de la defensa del petróleo, ¿cuáles son las motivaciones y potenciales beneficios detrás de la alianza Cárdenas-AMLO?
La estrategia conjunta de Cárdenas y AMLO se materializó en la propuesta de someter las reformas a una consulta popular. Ambos líderes exponen que la validez de la reforma energética se deje en manos de los ciudadanos y ellos decidan si la apertura de PEMEX a la inversión privada es deseable o no. Además, exigen que esta consulta se realice antes de la aprobación de la reforma de Peña Nieto. Esto sería tan inviable como detener en el Legislativo una eventual alianza PRI-PAN a fin de aprobar la reforma, pues la figura de la consulta popular contenida en el artículo 35 constitucional aún no cuenta con la normatividad secundaria necesaria para ponerla en marcha y, por si fuera poco, la Constitución establece que la consulta deberá ser concurrente a una elección federal, o sea, no se podría convocar sino hasta 2015.
Ahora bien, independientemente de la estrategia elegida, la motivación de Cárdenas por participar en conjunto con AMLO parece ser la de unificar a la izquierda en torno a la defensa del nacionalismo petrolero. Este tema ha sido uno de los ejes programáticos de la izquierda, por lo que luchar por separado en su defensa sólo fortalecía la percepción sobre el egoísmo de sus liderazgos encarnado en la falta de acuerdos, incluso en asuntos considerados causas comunes de ese sector político. En este sentido, los beneficios que Cárdenas pueda obtener de este pacto parecen estar más vinculados con proteger su legado dentro de la izquierda, que con potenciar su existencia en la palestra política del PRD.
A diferencia del ingeniero, para AMLO los beneficios de esta alianza son más pragmáticos y con visión a futuro. La principal ganancia del líder de MORENA al conjuntarse con Cárdenas es reconstruir el ingrediente de legitimidad institucional de su causa. Además, esta conjunción modera su discurso y lo acerca a un segmento de la población que puede estar de acuerdo con sus motivaciones, pero no necesariamente con sus medios. López Obrador demostró su decisión por favorecer el sendero institucional al apoyar la consulta popular y, algo inusitado, reconocer la presidencia de Peña como interlocutora en un (improbable) diálogo para debatir los proyectos de reforma del gobierno. La “renovada” institucionalidad de AMLO encamina a su MORENA dentro del marco que deberá recorrer para obtener el registro en 2014 –sin obviar la importancia de la calle como principal base de apoyo para su proyecto.
Por último, más allá de los beneficios individuales de Cárdenas y AMLO, la izquierda obtiene un carácter de unión y responsabilidad política del cual suele carecer, salvo en ciertas coyunturas electorales—dadas sus divisiones. Formar un frente común para impedir la reforma energética deja a la izquierda como un actor capaz de echar a un lado sus divisiones internas para defender sus ideales. Sin embargo, no está tan claro si esta alianza será recurrente, sobre todo cuando una verdadera lucha por el poder esté en juego. Al final de cuentas, parece claro que el asunto es de política interna de la izquierda más que sobre el futuro energético del país.
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