El 21 de octubre pasado se oficializó algo que la mayoría sospechaba desde hace tiempo: la ex candidata presidencial de Acción Nacional ha retornado a la escena política nacional, potencialmente para contender por la dirigencia de su partido. Aunque aún la renovación de la presidencia blanquiazul está plagada de incertidumbres –desde la fecha en la cual tendrá lugar (se ha manejado el mes de diciembre; podría no serlo), hasta saber quiénes en realidad terminarán inscribiéndose de manera formal en el proceso—, no se puede negar que el “destape” de Josefina es un factor disruptivo en la misma. El esfuerzo que emprenderá Vázquez Mota no será sencillo y, según el cristal con que se mire, plantea tanto interrogantes como esperanzas.
Vázquez Mota luchará primero contra la imagen de la derrota. Sin importar si recibió o no apoyo del presidente Calderón durante su campaña, o si su estrategia proselitista fue buena o mala, Josefina está en vías de reconstrucción y, en ese ámbito, tiene activos y pasivos. Su principal activo podría ser precisamente su distanciamiento con las últimas dos grandes figuras de autoridad panistas: Felipe Calderón y Gustavo Madero. El regreso del calderonismo se estima poco probable, independientemente de las críticas que haya tanto al presidente Peña en el nivel de la autoridad federal, como a Madero en el manejo del partido. Peor aún, ese grupo perdió el último resquicio de sus fuentes de recursos con la destitución de Ernesto Cordero al frente de la bancada senatorial del PAN. En el caso de Madero, los reclamos de varios simpatizantes del PAN por la adscripción del partido al Pacto por México y el actual “modelo de cooperación” con Los Pinos, dan una oportunidad a Vázquez Mota para rediseñar la manera de entender al panismo como oposición responsable y clarificar la delgada línea entre ese concepto y el colaboracionismo.
En un desplegado publicado el 15 de octubre, y firmado por un grupo denominado “Panistas por México”, Vázquez Mota encabezaba una lista de nombres de correligionarios notables, en particular nueve ex gobernadores y un ex dirigente nacional, bajo una arenga titulada “¡Evitemos un gran error!”. En el documento se hacían algunas críticas puntuales a los proyectos de reforma fiscal, energética y político-electoral que se hallan hoy a discusión en las cámaras legislativas. Buena parte de los cuestionamientos dentro del comunicado reflejan inquietudes que han expresado varias organizaciones civiles, cámaras empresariales e, incluso, usuarios de las redes sociales, respecto a dichas reformas. En pocas palabras, el desplegado ofrece dos mensajes primordiales. Primero, apela a un sector de la ciudadanía, tradicionalmente cercano al PAN –aunque cada vez más distante de él—, el cual ha encontrado oídos sordos en la oposición (sobre todo en Acción Nacional) a sus reclamos en materias como la eventual alza de impuestos, el desdén por la transparencia en buena parte de los temas en el debate nacional, y otras cuestiones consideradas como potenciales regresiones autoritarias. Segundo, Josefina intenta “mostrar su músculo” en lo referente a posibles simpatizantes a su causa rumbo a la dirigencia nacional. Sin embargo, igualmente surgen dos preguntas a partir de estos referentes: ¿qué tanto aportará Vázquez Mota a la escena política actual, no sólo en el PAN, sino a nivel nacional?; ¿le alcanzarán sus activos para llegar a su objetivo?
En la actualidad, la principal arena de exposición política nacional lo representa el ámbito legislativo. En él, la influencia de Josefina será marginal, al menos por ahora. El gobierno federal ha zanjado el camino para la aprobación de la reforma fiscal vía el PRD y logró un apoyo significativo de diputados panistas. En lo energético, si bien el presidente Peña no encontrará el respaldo perredista y, por ende, requerirá del voto mayoritario del PAN, las cartas blanquiazules –incluso las de Vázquez Mota—parecen estar echadas. En esencia, Acción Nacional está de acuerdo con la apertura del sector. En cuanto a Josefina, los señalamientos del desplegado que lideró van sobre poner atención a las leyes secundarias de la reforma energética, es decir, la da casi como un hecho y no la cuestiona. Ahora bien, tal vez ésa no sea la batalla donde querrá centrarse la ex candidata presidencial, pero sí es parte de su estrategia.
La reconstrucción de una carrera política no es fácil; tampoco es imposible. Hoy, Josefina no va de nuevo por Los Pinos, aunque sí va a una posición desde donde quisiera conducir a su partido (o, por qué no, a ella misma) rumbo a esa meta. Las condiciones del país no son las mejores y el río está muy revuelto. Veremos de qué manera Vázquez Mota aprovecha la circunstancia a fin de (re)construir su ser. Quizá su limitación más grande resida menos en estas consideraciones que en el hecho de que, por ajustes de fechas en los tiempos panistas, la próxima presidencia del partido será de sólo 18 meses, tiempo muy corto para hacer diferencia alguna.
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