El Presidente Calderón llega a su cuarto Informe de Gobierno con un impulso en materia de seguridad, que hasta hace poco era difícil prever. Después de tres semanas de Diálogos por la Seguridad, la presentación de las iniciativas en materia de lavado de dinero, la depuración de más de tres mil elementos de la Policía Federal y la detención de Edgar Valdez Villareal, “La Barbie”, el Presidente ha tenido la oportunidad de recuperar terreno en un debate que habían dominado mayormente sus críticos, apoyados en el incremento en los niveles de violencia en el país.
Si bien los hechos violentos siguen dándose día tras día en algunas regiones, el impacto de estas acciones contribuyen al discurso del Presidente, quien en últimas fechas se ha dado a la tarea de retar a sus críticos a ofrecer alternativas a su estrategia, demostrar cierta falta de voluntad de cooperación de sus contrapartes, y argumentar, incluso, que la violencia terminará extinguiéndose a sí misma.
En este escenario, incluso la masacre de 72 migrantes –que en otro tiempo hubiera sido un golpe muy duro en la víspera del Informe– podría favorecer al Presidente si la brutalidad del hecho refuerza la percepción de que no es posible hacer tregua al crimen organizado. Si esto ocurre, la sensación de urgencia que ha evocado el Presidente desde el principio de su sexenio podría comenzar a gestarse.
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