La disputa entre el PRI y el Ejecutivo Federal cobró la primera víctima en la Cámara de Diputados: el PRD no podrá presidir la Mesa Directiva –que maneja un presupuesto anual de 100 millones de pesos– a pesar de haber pactado con el PAN esta posición durante los acuerdos que les habían llevado a competir juntos en varias elecciones locales. El PRI comienza así a hacer sentir las consecuencias de sus derrotas electorales contra las alianzas PAN-PRD en la Cámara de Diputados.
La ofensiva del PRI, cuya estrategia incluye mantener el control de los órganos de dirección del Congreso como herramienta de gestión y posicionamiento, consiste además en asumir una postura sumamente crítica del Presidente Calderón y las propuestas que deberán discutirse en el pleno: como son las reformas de seguridad pública, de competencia económica y, sobre todo, del paquete fiscal que será entregado el próximo 8 de septiembre. De entrada, el PRI ya intenta poner en predicamento al Ejecutivo con las declaraciones de sus integrantes respecto a una reducción de impuestos.
Un inicio de periodo de sesiones en el que no es posible designar al órgano de dirección de la Cámara de Diputados podría tener como consecuencia la radicalización de las posturas de los diferentes grupos parlamentarios –en el caso del PRD incluso entre sus propias corrientes– lo que dificultaría alcanzar los acuerdos requeridos para avanzar la agenda legislativa.
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