Una vez agotados los recursos legales a su alcance, el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) ha apelado a una huelga de hambre para escalar el conflicto con el Gobierno Federal. La huelga de hambre ha regresado al SME a los reflectores mediáticos. Después de 88 días de ayuno, Cayetano Cabrera presenta afectaciones que podrían ser graves. En México nunca se ha llevado una huelga de este tipo hasta sus últimas consecuencias.
Ante esta situación, el Gobierno ha buscado vacunarse contra las potenciales críticas de los defensores de derechos humanos y de la comunidad internacional. Ha llevado a cabo medidas como colocar un médico al servicio de los huelguistas y ha reiterado sus justificaciones para la disolución de la empresa así como las concesiones que se han hecho para los trabajadores que perdieron su plaza repentinamente. Además, si quisiera, todavía tendría recursos como abrir una nueva etapa de indemnización. Sin embargo, la gran batalla es de percepción y lo será más si por primera vez una amenaza de huelga de hambre se vuelve creíble por llegar a sus últimas consecuencias.
Si bien el Gobierno ha manejado cuidadosamente el tema del SME en sus distintas etapas, la eventual muerte de Cayetano o de cualquiera de sus compañeros prendería los focos rojos ante la comunidad internacional. Y si bien por si mismo esto no traería consecuencias, sí se sumaría a otros cuestionamientos que se han hecho en materia de derechos humanos en la presente administración. Lista que el Gobierno Federal, de ninguna manera, quiere agrandar.
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