El PRD ha resuelto quién será su candidato a la presidencia sin mayor conflicto. Desde el momento en que se definió el método de selección, las circunstancias parecían favorecer a Andrés Manuel López Obrador y, sin sorpresas, los resultados lo señalan como el candidato de la izquierda. Su hasta ayer contrincante, Marcelo Ebrard, se había condenado desde el momento de avalar el método de selección. López Obrador -cuidando los tiempos y reglas electorales- buscará aprovechar ahora esta ventaja temporal de ser el primer candidato seguro para remontar el porcentaje de opinión negativa que aún persiste en su contra. Como lo ha demostrado en los últimos meses, apostaría por una campaña más moderada que le permitiera atraer a los votantes indecisos -y a los primerizos- que veían en Ebrard una opción de izquierda moderada o de voto útil en contra del PRI.
Sin embargo, la definición del candidato es sólo el primer paso en la construcción de la unidad del PRD. Falta todavía definir qué pasará con las corrientes del partido que apoyaron a Ebrard y habían buscado desmarcarse del radicalismo que López Obrador representaba. Por otro lado, se avecina también la definición de los candidatos para los cargos legislativos que se disputarán el próximo año. En este distanciamiento entre la dirigencia del partido y el ahora único precandidato -y los grupos que representa- Ebrard podría jugar un papel fundamental de conciliación. Esto, por el activo que Ebrard aún representa en términos de imagen y por el apoyo que desde la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal pueda brindar.
La definición de López Obrador como único precandidato de izquierda esclarece el panorama para los demás partidos. En el PAN, por ejemplo, crea una oportunidad para Josefina Vázquez Mota ya que representa la posibilidad de atraer a electores que simpatizaban con Ebrard -más de lo que parece hacerlo Ernesto Cordero. Considerando que en el PRI pareciera que todo esta decidido a favor de Enrique Peña Nieto, el PAN se coloca entonces en la disyuntiva de apostar por prolongar la disputa interna o comenzar a consolidar a uno de sus aspirantes.
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